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Actualizado: 18 de junio de 2025
Hay misterios, secretos que no se entienden, hasta que viene uno y dice tal por cual, y lo descubre... ¡Pues qué más, Señor!... Allá estaban las Américas desde que Dios hizo el mundo, y nadie lo sabía... hasta que sale ese Colón, y con no más que poner un huevo en pie, lo descubre todo y dice a los países: «Ahí tenéis la América y los americanos, y la caña de azúcar, y el tabaco bendito... ahí tenéis Estados Unidos, y hombres negros, y onzas de diez y siete duros». ¡A ver!
«Tenéis un sobrino decía que acaba de llegar á Madrid; enviadle al momento á palacio. Tened en cuenta, que se trata de un negocio de Estado; que espere junto á la puerta de las Meninas, por la parte de adentro. Pero luego, luego.» Esta carta no tenía firma. ¿Quién os ha dado esta carta, doña Verónica? No conozco la letra, no tiene firma. ¿Estáis de servicio? ¡Ay! ¡sí, señor!
¿Y venís á preguntarme sin duda, á cuál de vuestros parientes?... ¿Qué? Ni por pienso; si me heredan será porque yo no puedo hacer otra cosa. Pues no veo el medio de evitar... ¿Tenéis algún hijo incógnito?...
¡Ah! exclamó comprendiendo lo que aquello significaba. Y si no los lleváis os pegan, ¿verdad? El chico bajó los ojos y la cabeza en señal afirmativa. ¿Tenéis padres? Madre. ¿Y es la que os manda a las calles a estas horas? Sí, señor. ¡Excelente persona! dijo por lo bajo; y sacando unas pesetas del bolsillo: Toma; marchaos ahora mismo a casa.
¿Por quién me tenéis? dije al cocinero mayor fingiéndome gravemente ofendida, á pesar de que tenía una viva curiosidad por saber quién era aquella persona ; ¡ea! añadí: idos de mi casa, si no queréis que os haga echar á palos.
El caballero, sin esperar a que le quitasen las espuelas, llamó al huésped, y retirándose con él aparte en una sala, le dijo: Yo, señor huésped, vengo a quitaros una prenda mía que ha algunos años que tenéis en vuestro poder; para quitárosla os traigo mil escudos de oro, y estos trozos de cadena, y este pergamino. Y diciendo esto, sacó los seis de la señal de la cadena que él tenía.
Actos posteriores á la instalacion de la Junta. Teneis ya establecida la autoridad que remueve la incertidumbre de las opiniones y calma todos los recelos. Las aclamaciones generales manifiestan vuestra decidida voluntad; y solo ella ha podido resolver nuestra timidez á encargarnos del grave empeño á que nos sujeta el honor de la eleccion.
Mi voluntad sana y justa Recibela con amor, Que es la comida mejor Y de que el alma mas gusta. Y pues en tormenta y calma Siempre has sido mi señora, Recibe este cuerpo agora Como recibiste el alma. Caese muerto, y cogele en las faldas LIRA. Morandro? dulce bien mio? Qué sentis, ó qué teneis? Cómo tan presto perdeis Vuestro acostumbrado brio? Mas ay triste sin ventura!
No, su amor no; pero si ama de veras, si ella no puede hacer la felicidad del hombre amado, se alegra de que otra mujer la haga; la ama porque ella es la paz del corazón del hombre á quien ama. Tenéis mucho ingenio. Si le tengo está en mi corazón. Entre tanto me prohibís que venga á vuestra casa. ¿Y para qué queréis venir? ¡Dorotea! yo no sé lo que pasa por mí; yo estoy loco.
La joven se puso de pie rápidamente y, como si aquella sonrisa la colmase de felicidad, unió sus manos; pero inmediatamente las dejó caer y quedó inmóvil; luego le preguntó a su aya: Marta, ¿qué os ha sucedido? Tenéis los ojos colorados. ¡Si habéis llorado! No ha sido nada, mi buena Elena, el intendente me reprendió. ¡Ah! Dios mío, ¿os maltrató como a mí? No, no; de palabra, de palabra solamente.
Palabra del Dia
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