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Actualizado: 2 de julio de 2025


Es, dice, el ímpetu de un espíritu dotado de la aptitud más exquisita para sentir, comprender y explicar todo; es el movimiento libre, irregular y audaz de un pensamiento siempre dispuesto, que ama esas trampas tan temidas de los retóricos; las digresiones, y que se abandona con gracia a ellas cuando por casualidad encuentra un misterio del corazón para aclararlo, una contradicción de nuestra naturaleza para estudiarla, una verdad despreciada para enaltecerla: un pensamiento al cual atrae lo desconocido por un secreto magnetismo, y que, bajo apariencias ligeras, penetra en las más oscuras sinuosidades del mundo moral, da a todo lo que inventa, a todo lo que reproduce, el colorido del capricho, y crea por el poder de la fantasía, una imagen móvil de la realidad, más móvil aún.

En Francia, como en España ¡cuántas «fuentes del diablo» y «bocas de infierno» existen, no frecuentadas por los campesinos supersticiosos, y teniendo únicamente de infernal, sin embargo, esas fuentes temidas y esos antros subterráneos, la majestad salvaje del lugar ó la azul profundidad de sus aguas!

Admitirá usted fácilmente que si los motivos enumerados por la señorita Fontane impulsan al celibato, hay otros que le crean... sin impulsar a él... Ciertamente respondió la Fontane con sonrisa burlona. La insuficiencia del dote cuando se es gastadora, es una de esas causas temibles y temidas. Esto es lo que se llama recibir una estocada articuló Francisca. Mea culpa... Mea culpa...

También se ocuparon diversos objetos, tales como hamacas, sombreros, zapatos y muchas monturas, lo que demuestra palpablemente lo precipitados que anduvieron los revoltosos para ponerse fuera del alcance de las temidas balas de nuestros valerosos soldados. Terminada la operación, la columna se acampó en "San José", después de haber recorrido 12 leguas. Solo un mulo fué herido por los alzados.

A cuyas razones enojadas, Con estas blandas respondió Timbreo: Vienen las malas suertes atrasadas, Y toman tan de lejos la corriente, Que son temidas, pero no escusadas. El bien les viene á algunos derepente, A otros poco á poco y sin pensallo, Y el mal no guarda estilo diferente. El bien que está adquirido, conservallo Con maña, diligencia y con cordura Es no menor virtud, que el grangeallo.

Mas ya que el revolver del duro hado Tenga el ultimo fin estatuido Deste tu pueblo Numantino amado, Pues á terminos tales ha venido, Un consuelo le queda en este estado, Que no podran las sombras del olvido Escurecer el sol de sus hazañas, En toda edad temidas por estrañas.

Tribus de hábiles arqueros la sitiaban a todas horas, lanzando flechas empapadas en incurables venenos. Eran las temidas «flechas de hierba», que hinchaban el cuerpo del herido con negruzca y mortal tumefacción. Los víveres del país el pan de cazabe, los frutos de la selva, la carne de los roedores había de conquistarlos diariamente a punta de espada.

¡Ay, señor mío, dijo en llegando a este lugar doña Guiomar, y soltando con estas palabras un profundísimo suspiro, que vamos acercándonos al triste suceso de la más nueva desventura que ingenio humano haya podido inventar para suspender el ánimo de sus lectores, con los no pensados y peregrinos casos de una novela! ¡Oh traiciones no adivinadas, oh desdichas no temidas, oh no merecidas tragedias!

Bruscamente llevó la mano a la mesa de noche, encendió la bujía y saltó de la cama: acercose al espejo y se contempló largamente, repasando con el dedo todos los rincones del rostro para cerciorarse de que no existían las temidas arrugas. Un gemido que sonó detrás le hizo volver la cabeza. Levantó la bujía y clavó una mirada recelosa en su hija, tendida en el suelo y tiritando. La niña no dormía.

Y, como al enamorado ausente no hay cosa que no le fatigue ni temor que no le alcance, así le fatigaban a Grisóstomo los celos imaginados y las sospechas temidas como si fueran verdaderas.

Palabra del Dia

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