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Actualizado: 29 de julio de 2025


Los que se dedicaban a su manejo parecían afligidos de una enfermedad moral: amarilleaban con la zozobra, temblando a cada paso, como si el aire se poblase de enemigos.

Por los mismos dolores que sufríste, por lo que has de sufrir seca tu llanto, y a la pálida novia que a viene, sedienta de tu amor, abre los brazos. A tu puerta ha llegado sonriente, como una virgen rústica, temblando, a ahuyentar tus tristezas dolorosas con la caricia de sus dedos blancos.

Después me he dejado caer en un sillón y he cubierto mis ojos con una mano, temblando de impaciencia por saber lo que ella contestaría. Mientras tanto, Adela se había arrojado a las rodillas de la priora que regaba con sus lágrimas. «Perdone usted que me haya atrevido a servirme de su nombre.

Tomadla, maese Marner; ponedle las ropitas; después podréis decir que hicisteis todo lo preciso por ella, desde su principio. Marner la tomó sobre las rodillas, temblando con una emoción misteriosa para él, emoción causada por algo desconocido que comenzaba a apuntar en su existencia.

Y Rafael obedecía, pero evitando que le acompañase don Andrés, pues a la ida o a la vuelta pasaba unas cuantas horas en la casa azul o suprimía por completo el viaje para quedarse allí temblando al volver a casa por si su madre se enteraba de tales distracciones. Doña Bernarda conocía aquella nueva amistad.

»¿Usted aquí? exclamó: ¿Quién le ha permitido venir? ¿quién le ha dado permiso para presentarse delante de ? »Sólo he querido verte un instante, Carlos contestó el anciano temblando. ¡Hace tanto tiempo que no he gozado de esta dicha!... »¿Qué desea usted? continuó Carlos procurando disimular su enojo en mi presencia. Le he señalado diez mil libras de pensión: ¿quiere quince, quiere más todavía?

Una luz misteriosa, mezcla de oro de sol y azul acuático, filtrábase por las rendijas, temblando en la blancura de las paredes. Las gaviotas chillaban afuera, y pasando ante las ventanas con aleteo juguetón trazaban rápidas sombras en el muro.

¡Bribona, la has hecho hoy ... y yo te voy á abrir en canal! grita exasperado el Tuerto al notar la turbación, cada vez más visible, de su mujer. Á ver el dinero, digo, ¡pronto! La interpelada saca, temblando, unos cuartos de su faltriquera, y sin abrir toda la mano, se los enseña á su marido. ¡Esos no son más que ocho cuartos ... y yo te dejé veintiuno!... ¿Ónde están los otros?...

El tropezado empujó vigorosamente al palafrenero, que fué á dar en medio del arroyo, y apenas se rehizo se quitó el sombrero y se quedó temblando é inmóvil, entre los caballeros que salían y el forastero.

Levantarnos y salir por el medio de la callejuela, y luego por el centro de la calle real como almas que corre el diablo, para llegar casi sin resuello y temblando de miedo a nuestra casa, a referir lo sucedido, fue cosa de un santiamén, que asimismo nos pareció eterno.

Palabra del Dia

buque

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