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Actualizado: 29 de junio de 2025
Avise usted por teléfono que luego iré.... No, diga usted que no voy, que no me esperen á comer. Iré á la noche. ¿Pero, qué hace usted ahí parado, mirándome como un bobo?... ¡Eh, alto! no se vaya usted tan pronto. A ver, ¡que suba el Capi! Llame usted á don Matías. ¡En seguida; listo!... Goicochea salió del despacho temblando, al pensar en el día que le esperaba.
Dicha luz reproducía en el techo de la habitación el foco de los candelabros, con las sombras de su armadura, y esta imagen fantástica, temblando sobre la superficie blanca del cielo raso, atraía las miradas de la triste joven, que estaba tendida en una butaca con la cabeza echada hacia atrás.
Temblando de miedo ante furia semejante, el viejo servidor tuvo que tartamudear: Es cierto, señor vizconde, es cierto... En Francia hay un rey... Hay un grande y magnánimo rey, «François I». Hay... un grande... y magnánimo... rey... «François I»... ¡A quien Dios guarde muchos años! A quien Dios guarde muchos años...
En las Claverías ya estaban hartos de las rapacidades de aquel tío y los aires de gran señora que se daba la fea. Porque ellas fuesen pobres no iban a pasarse la vida temblando ante aquella pareja. ¡Dios sabe lo que harían el tío y la sobrina solos en su casa...! Un soplo de rebelión pasaba sobre aquel mundo adormecido. Era la influencia inconsciente de Gabriel.
Mas ¡Ay! que en acordarme del tal cuento, Temblando estoy, confuso y temeroso: Que tales cosas ví, que parecia Que el juicio final llegado habia.
La pobre llegó esta mañana y se desmayó dijo Pascuala. Está, muy malita; todavía no ha hablado palabra, si no es pa delirar. Vino que no se podía tener, toda mojada, temblando de frío, y las lágrimas le corrían por la cara abajo. ¿Dónde está? Allí, en mi alcoba y en mi cama. Pascual se quedó en el desván y yo en el suelo, al lado de ella.
Cualquiera al escucharte, no viéndote, creería que no tenías miedo. Y estás temblando, Lerma. Temblando como un ratón delante del gato.
De los cuarenta duros no había vuelto a acordarse Mochi, ni Reyes se atrevió a pedírselos; mas todas las noches, pasados pocos días, los de ceguedad completa para todo lo que no fuese el amor de la inglesa, al volver a casa temblando por varios motivos, iba pensando en los mil reales de la renta de la Comuña. Eso debe de haber sido». Las cavilaciones de Reyes en este punto no pasaron de ahí.
¿No sabe usted dijo que vamos esta tarde á la procesión del Divino Pastor? ¿Sí? contestó Clara maquinalmente. Sí; pero usted no va. Han resuelto que se quede usted aquí, porque las jóvenes que están en penitencia no deben salir nunca de casa. ¿No piensa usted lo mismo? Lo mismo dijo Clara, temblando por miedo de que le conocieran en el semblante que tenía una carta escondida.
La ascensión realizada por este antiguo rústico y otros muchos de su clase, ¿por qué no intentarla él?... Y con esfuerzo corajudo, temblando como si confesase una infidelidad amorosa, expuso sus propósitos a María Teresa. Quería partir; necesitaba ser rico para ella, sólo para ella.
Palabra del Dia
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