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Actualizado: 29 de junio de 2025
Tropezaba acá y allá con las gentes, como un caballo desbocado, las lanzaba un gran trecho ó las dejaba caer y seguía corriendo. En pocos momentos llegó al alcázar. Antes de llegar á él vió á Luisa y á Inés que iban envueltas en sus mantos. Pararon un momento. ¿A dónde vais? las dijo con acento amenazador. ¡A misa...! contestó temblando Luisa. ¡A misa! ¿en día de trabajo?...
Á este punto llegaba Clara, cuando vino á interrumpirla la voz de Doña Blanca, que decía: ¡Hija, hija! Lucía y Clara se estremecieron. Aunque era imposible que Doña Blanca las hubiese oído, imaginaron por un instante que milagrosamente las había oído y que iba á terciar en la conversación por estilo terrible. ¿Qué manda V., mamá? dijo Clara temblando. Agua. Dame un poco de agua. ¡Me ahogo!
Con el elefante no hay que jugar, porque en la hora en que se le enoja la dignidad, o le ofenden la mujer o el hijo, o el viejo, o el compañero, sacude la trompa como un azote, y de un latigazo echa por tierra al hombre más fuerte, o rompe un poste en astillas, o deja un árbol temblando.
La gente comarcana allí, y vecina, De ver su crueldad está temblando, Y los que con él vienen lo aborrecen, Que sus cosas y hechos lo merecen.
No era de los que sufren que se les engañe; éste es un defecto que siempre ha tenido. Volvió a bordo y juró por lo más sagrado que bombardearía la ciudad, si los asesinos no eran castigados. El mandarín, temblando como una hoja, hizo acto de sumisión y condenó a los jueces a ser aserrados vivos. Mi marido no tuvo ninguna objeción que hacer.
33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. 34 El le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote. 36 Mas luego Jesús, oyendo esta razón que se decía, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente.
D. TELL. Si nunca os tomó las manos, ¿Cómo puede ser que sea Matrimonio? SANCHO. Yo no trato De si es matrimonio o no; Aquesta carta me ha dado, Toda escrita de su letra. D. TELL. De cólera estoy temblando.
Dora no participaba de este entusiasmo. Pareció asustarse de verdad, temblando ante la idea de casarse con Martínez, más aún que si éste hubiese intentado una violencia contra ella. ¡Qué horror!... ¡Divorciarse usted de la generala!... ¡Tener yo por enemiga á doña Guadalupe!...
Sabía que me necesitaría usted en un momento dado y debe estar segura de encontrarme. Aquí estoy pronto á defenderla. ¡Dése usted prisa!, exclamé temblando de fiebre. Tenemos tiempo. Son las nueve; los criados no volverán antes de las doce y no entrarán en esta habitación... No. El único que puede venir es Jacobo y ese no vendrá seguramente. Somos, pues, dueños de nuestras acciones.
¡Oh! ¡le ama! exclamó el bufón. ¡Que se case con otra!... sí, sí, todo puede suceder... pero por ahora... Puede ser que ame á otra. ¡Que ame! ¡es que me avisáis! dijo Dorotea conteniéndose pero temblando ; ¿es verdad que ama á otra mujer? ¿será verdad lo de la reina? No; lo de la reina, no; pero el señor Juan Montiño tiene amores en palacio. ¿Y con quién? Con doña Clara Soldevilla.
Palabra del Dia
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