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Actualizado: 9 de junio de 2025


Si se quiere en pocas palabras formarse una idea general de las condiciones de todas estas comedias, fijémonos en las líneas que siguen, que se han escrito ya en otra obra sobre este mismo asunto : Un caballero joven, que vuelve de Flandes, busca en las calles de Madrid la casa de un amigo, en la cual ha de hospedarse; de improviso se le presenta una dama, tapada con un velo, que solicita su protección.

¡Cómo! ¿era don Rodrigo Calderón el hombre con quien reñí cuando?... , cuando acompañábais á una dama muy tapada, muy hermosa y muy noble que había salido del alcázar. ¡Cómo! ¿conocéis á esa dama? Puede ser. ¿Y es hermosa? Puede que lo sea. ¿Y sabéis su nombre?

No, no; es blanca. ¿Cómo, pues, sabéis su color si iba tapada? Una mano... ¡Ah! es verdad, las tapadas que tienen buenas manos no las tapan. Pues no es la condesa de Lemos dijo para Quevedo. Era alta, gallarda, muy dama, muy discreta, joven, andar majestuoso... No conozco dama que tenga más majestad en palacio que la reina.

Una señora de cabello entrecano y gallarda estatura envuelta en pieles, tapada la boca, trémula de frío, subió la escalera, dando el brazo a un señor cacoquimio, y pasó de pieza en pieza, sin parar hasta aquella donde debía reposar del viaje.

Se suspende el baile clandestino, don Víctor se aturde, ruega a su esposa que vuelva en ... se busca agua, esencias... llega Somoza, pulsa a la dama, pide... un coche. Y se acuerda que Visita y Quintanar lleven a aquella señora a su casa, bien tapada, en la berlina de la Marquesa. Y así fue.

Puede llamarse... se puede llamar con el nombre que mejor queráis; os aconsejo que no toméis jamás el nombre de una tapada, sino como un medio de entenderos con ella. ¿Pero no decís que la conocéis? Lo que prueba, pues tanto me preguntáis, que no la conocéis vos. ¡Ay! ¡no! ¿Os habéis ya enamorado? Lo confieso. Sin conocerla... Ahí veréis. ¿Por la voz, ó por el olor, ó por el bulto?

Volvióse el joven, y vió junto á él una mujer de buena estatura, de buen talante, de buen olor, completamente envuelta en un manto negro. ¡Seguid, seguid adelante! dijo la dama con doble impaciencia ; y no hagáis extrañeza ninguna, que me importa. Yo os explicaré... ¡pero seguid! Y la tapada levantó por misma la halda de la capa del joven, y se asió á su brazo y tiró de él.

Y diciendo esto sacó su espada del desarme, se retiró dos pasos del otro, que había quedado inmóvil, y luego se embozó y tiró la calle adelante por donde había desaparecido la tapada. El vencido quedó solo, inmóvil; un momento después de haberse alejado su generoso vencedor, relumbraron luces en una calleja y adelantó un hombre, á quien seguían otros cuatro.

En el mismo punto se fué al alcázar, evitando pasar por el sitio donde se suponía muerto al bufón; se había metido entre sábanas, y había pasado la noche con la cabeza tapada y con fiebre. Por la mañana se durmió y despertó á las diez. Al ver entrar el sol por las rendijas de la ventana de su dormitorio...

Pero volviendo á vuestra aventura, «Erase una tapada... Tapada era. ...alta y garrida... ¡! ...ancha de hombros, alta de seno, manto á los ojos, y halda hasta el suelo.» ¿Conocéisla? No, ¿y vos? Tampoco. ¿Pero no habéis reñido por ella? . ¿No habéis vencido? . ¿Y dónde la habéis dejado? Se fué sola. ¿Y no venís aquí por ella? ¡Ah! ¡no! ¿Y no habéis vislumbrado quién ella sea?

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