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Actualizado: 9 de junio de 2025


Cuando se sentaron a la mesa y se sirvió la comida, Quilito mandó a decir que él no bajaba, porque no tenía gana. ¡Ya me va cargando el chico éste! exclamó el padre. Misia Casilda preparó en una bandeja dos platos, y bien tapada, con el pan y el vino, mandó a Pampa que la subiera al niño. Mira observó, si no abre, dejas todo en la escalera, delante de la puerta.

Se había prometido no salir de casa, y la casa empezaba a parecerle una cárcel demasiado estrecha. Una mañana despertó pensando que aquel año no había cumplido con la Iglesia. Además ya podía salir de su caserón triste para ir a misa. , iría a misa en adelante, muy temprano, muy tapada, con velo espeso, a la capilla de la Victoria que estaba allí cerca. Y también iría a confesar.

La tapada abrió la cartera, sacó de ella un paquete de cartas y las contó. Contó seis. Eran cuatro dijo , y éstas... del conde de Olivares... del duque de Uceda. Juan Montiño no pudo entender estas palabras que la dama había murmurado. Luego reunió aquellas cartas, las guardó en la cartera y dejó ésta sobre la mesa. ¿Habéis visto estas cartas? No, señora. ¿Habéis hablado á alguien de ellas?

El queso había sido ya devorado y tenía la boca seca; sacó del bolsillo de su gabán raído una botella tapada con cuidado, y bebió. Luego atacó las naranjas, navaja en mano. Una vez concluída la cena, plegó la servilleta, digo, el periódico y atravesó a la acera de la Bolsa, en busca de colillas de cigarro.

Dos soldados de la Guardia Civil que tenían por letrero, civiles, estaban colocados detrás de un hombre, maniatado con fuertes cuerdas y la cara tapada con el sombrero: se titulaba el Pais del Abaká y parecía que le iban á afusilar. A muchos de nuestros visitantes no les gustaba la exposicion.

Y, por último, en una alcobita que apenas se descubría, por hallarse la pequeña puerta casi tapada del todo por una cortina de bayeta verde, estaba la cama del buen religioso. La alacena de donde éste sacó el vino y que era bastante capaz, servía de bodega, ropero, despensa, caja ó tesoro y biblioteca á la vez. Todo, aunque pobre, parecía muy aseado.

Venid acá, testarudo y niño: ¿creéis que la reina os hubiese dado como prenda la sortija que os ? Por deshaceros de mis importunidades. Hizo un movimiento de impaciencia la tapada. ¿Pero cabe en quien tenga razón que su majestad salga de palacio, de noche y sola, y se ampare de cualquiera, y charle con él, y tenga, casi casi, una aventura?

En El escondido y la tapada se ostenta el talento eminente de su autor, imprimiendo en su acción giros siempre nuevos, que mantienen el interés, y atraen al espectador de tal suerte, que por grande que sea su perspicacia y su fijeza, apenas puede seguirla: es de las comedias más brillantes de Calderón, y puede servir para probar, con este solo ejemplo, que la comedia española, en el arte de desarrollar un argumento, deja detrás de á larga distancia á cuanto han hecho en esta parte los poetas de todas las demás naciones.

No importaba; la reina podía llevar por capricho aquella sortija: la mano de la dama tapada, estaba cuajada de ellas; Juan Montiño lo recordaba; había visto un momento aquella hermosa mano arreglando el manto, á la última luz del crepúsculo. ¿Había elegido con intención la dama, entre todas sus sortijas, para dejarle una señal, la que tenía una esmeralda como en representación de una esperanza?

El séquito de Samdai era tan vistoso y brillante que deslumbraba. Como le preguntara la Petra si no venía también Su Majestad la Reina, quedose un momento parado el narrador, recordando, y al fin dio cuenta de que vido también a la señora del Rey, pero con la cara muy tapada, como la luna entre nubes, y por esta razón Mordejai no pudo distinguirla bien.

Palabra del Dia

rigoleto

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