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Actualizado: 9 de junio de 2025
Confúndame Dios dijo Quevedo si yo no conozco á esa. Detengámonos, que de seguro al pasar junto á mí la saco por el olor. Detúvose, y al emparejar con él la tapada, se detuvo delante de él, y se asió á su brazo. ¿Tendremos buscona? dijo para sí Quevedo.
El Escondido y la tapada, comedia de enredo de tanta delicadeza como perfección, y con la que no puede compararse ninguna otra de las existentes en todos los pueblos, es muy á propósito también, por su índole, para representarse con éxito en nuestros teatros.
Figuráos que yo, por orden de don Rodrigo, estoy desde el obscurecer acechando á los que salen del alcázar por la puerta de las Meninas. Palaciega historia tenemos. Figuráos que poco después baja una dama por las escalerillas de las Meninas, y se mete en una litera. ¿Dama y tapada? Sí, señor. ¿Estás seguro que no era dueña? Andaba erguida y transcendía á hermosa.
Levanta entonces el velo de la tapada que le acompaña, y se ve á Rocamira, que se ha dado traza de huir de la prisión, dejando otra en su lugar, la cual es otra princesa enamorada de Manfredo, que ocultamente le ha seguido á la corte de Navarra, penetrando en la cárcel y haciéndose pasar por Rocamira.
Isabel aprovecha la coyuntura para aumentar la inclinación de Don Diego á la tapada con el velo, y le proporciona una cita con la misma.
A los pocos peldaños una dulce voz de mujer, aunque anhelante y conmovida, le dijo: ¡Ah! ¡gracias á Dios que habéis venido! Era la misma voz de la dama tapada á quien Montiño había acompañado aquella noche. La escalera estaba á obscuras. ¡Señora! dijo Montiño. ¡Silencio! replicó la dama ; no habléis, seguidme y andad paso. ¡Pero si no veo! ¡Ah! es verdad. Si no me guiáis...
Creed, señora dijo Juan Montiño, que vió una afirmación en la sorpresa, en el cuidado, casi en el terror de la tapada , creed, señora, que nada exponéis, nada, con quien es hijo de un hombre que ha vertido su sangre por sus reyes... y mi lealtad y mi respeto hacia vuestra majestad... ¡Pero esto es horrible! ¡me creéis la reina! Llevábais en el brazo esa joya que tiene las armas reales de España.
La puente de Mantible. Saber del mal y del bien. Lances de amor y fortuna. El príncipe Constante, y Peor está que estaba, se imprimieron, por vez primera, en el año de 1635. El escondido y la tapada, representada probablemente, por vez primera, en 1637. Los versos En Italia estaba Celia Cuando la loca arrogancia Del francés sobre Valencia Del Pó, etc... El mayor encanto, amor. Argenis y Poliarco.
Al reparar en aquellos dos blasones, una sospecha tremenda asaltó la imaginación de Juan Montiño: ¿Sería la tapada que se amparó de mí la reina?
A los veinticuatro años se piensa poco en las necesidades materiales ni en el porvenir: el porvenir es de la juventud; á los veinticuatro anos sólo se tiene corazón; Juan Montiño estaba profundamente preocupado con el doble recuerdo de la dama de palacio y de la tapada, que le había metido en un lance de armas, que se le había escapado, y que se había dejado dos prendas, una voluntariamente, otra, como quien dice, robada.
Palabra del Dia
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