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No envidiéis la suerte de los artistas; sufren hasta en sus triunfos. El brillo de algunos está sobradamente compensado con las tristezas de otros muchos. En resumen, dan más de lo que reciben y si ponéis en una balanza de equidad de una parte el talento del artista y de otra los bravos y el dinero de los espectadores, pesará más, ciertamente, el talento.

Pasaba por romántica entre las amigas, quizá porque poseía alguna más inteligencia y corazón que la mayor parte de ellas. Era admiradora del talento: le repugnaban los seres prosaicos que constituían casi la totalidad de las relaciones de su padre. Idolatraba la memoria de su marido a quien había adorado en vida como a un hombre superior, eminente.

¡Qué diluvio! exclamó la abuela. ¡Cómo las solteronas tienen la pluma tan intemperante!... Ya no me extraña que Magdalena... ¡Abuela! imploré. La pintura prosiguió la Roubinet poseída de su asunto cuenta también solteronas de talento.

Y vió muy pronto D. Francisco que aquellas novedades eran buenas y que su hija tenía mucho talento, porque... vamos, parecía cosa del otro jueves... echábase mi hombre á la calle y se sentía, con la buena ropa, más persona que antes; hasta le salían mejores negocios, más amigos útiles y explotables.

Y ¿qué podría suceder al cabo? ¿Que Julieta y Arturo llegaran a mirarse como nacidos la una para el otro? Pues mejor que mejor. ¿No era ella rica? ¿No era él un personaje? ¿No era joven? ¿No tenía talento y elegancia?

No voy a disculparle ahora, pero a explicarle. El dinero representará entonces el talento, el trabajo y otras muchas virtudes. El no tener dinero significará, casi equivaldrá a ser holgazán, ignorante y para poco. No hemos llegado aún, por desgracia, a este grado de perfección social, y hay aún muchas personas que adquieren mal el dinero.

Los poetas que gozaban de una posición desahogada, muy particularmente, pasaron gran parte del día mirando caer los copos al través de los cristales de su gabinete, y meditando lindos e ingeniosos símiles de esos que hacen gritar al público en el teatro «¡bravo, bravo!» u obligan a exclamar cuando se leen en un tomo de versos: «¡qué talento tiene este joven

Figúrense ustedes un ser enteramente parecido a una persona; algo más encorvado hacia el suelo que el género humano, merced, sin duda, al hábito de vivir inclinado sobre el bufete: mitad sillón, mitad hombre; entrecejo arrugado; la voz más hueca y campanuda que las de las personas; las manos mijt y mijt, como dicen los chuferos y valencianos, de tinta y tabaco; gran autoridad en el decir; mesurado compás de frases; vista insultantemente curiosa, y que oculta a su interlocutor por una rendija que le dejan libres los párpados fruncidos y casi cerrados, que es manera de mirar sumamente importante y como de quien tiene graves cuidados; los anteojos encaramados a la frente; calva, hija de la fuerza del talento, y gran balumba de papeles revueltos y libros confundidos, que bastarán a dar una muestra de lo coordinadas que podía tener en la cabeza sus ideas; una caja de rapé y una petaca: los demás vicios no se veían.

21 Y siguió Giezi a Naamán; y cuando Naamán le vio que venía corriendo tras él, descendió del carro para recibirle, y dijo: ¿No hay paz? 22 Y él dijo: Paz. Mi señor me envía a decir: He aquí vinieron a en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y sendas mudas de vestidos.

La Francia es voluble, lo ha sido hasta hoy, porque la volubilidad es su talento; la cifra que Dios escribe al pié de cada cuna. Tal vez la educacion de la experiencia, un prodigio del estudio y del arte, modifique mañana ese talento y le abra otro camino; pero esto será la empresa de mañana, y yo no hago aquí la biografía de la Francia futura.