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Actualizado: 26 de julio de 2025


La raza europea necesita tiempo para aclimatarse en las orillas del Magdalena y en las riberas que bañan el Caribe y el Pacífico. Llegué a Barranquilla el 20 de diciembre a las tres y media de la tarde, en momentos en que partía para el alto Magdalena el vapor Victoria, el mejor que surca las aguas del río.

A la poca luz que allí consigue penetrar puede verse la faz de ambos excesivamente roja, tan roja que parece imposible no brote la sangre de sus ojos encarnizados. La del barón ha llegado al límite de su fiera y espantable fealdad. Aquella cicatriz sangrienta que le surca el rostro se destaca ahora con todas sus rugosidades, tan áspera y negra que da grima verla.

Arrancad del hombre la fe invisible que palpita en el corazon de esa mujer inmensa, de ese dia de gloria y de infortunio para nuestro país, y Galileo no dirá al mundo escandalizado que él siente que la tierra se mueve bajo sus piés; ni la ardiente mirada de Copérnico, surcando el éter, como el águila surca el espacio, volará á la esfera celeste y robará á los astros su ciencia y sus prodigios: ni un hombre colosal, fabulosamente colosal, colosalmente grande y atrevido, medirá la extension de los mares y de la tierra con el infalible compás de su genio, ni su milagrosa voluntad domará las olas del Océano desde una frágil caravela; ni un poeta sencillo; ni un romancero oscuro, ni un pobre manco, pondrá la mano sobre el papel, entre las sombras de una cárcel, para admirar al universo con el primer libro que han escrito los hombres: Miguel de Cervantes Saavedra no hubiera escrito su ingenioso Hidalgo.

El ferrocarril de Valencia surca el valle hácia el sur, cortará la serranía por el abra ó "puerto" de Almanza, y se ligará en la villa de este nombre con el ferrocarril que enlaza á Madrid con Alicante. El tránsito por la via férrea desde Valencia hasta adelante de Alcudia, donde terminaba la seccion en servicio, tiene no qué de fabuloso, que hace recordar los cuentos de las Mil y una noches.

No obstante la irregularidad de los contornos, casi se domina toda la extension del lago de un extremo al otro, y el viajero sorprendido que surca las dormidas ondas á bordo de un vapor, por el centro del valle líquido, se siente rodeado por la majestad de una naturaleza pomposa en su conjunto y alternativamente risueña ó severa en sus rasgos.

No su incomparable hermosura la cautiva, no la brisa matinal suave y fragante la embriaga. Una arruga profunda surca su frente, signo de intensa preocupación, de temor y de anhelo. Su faz, ordinariamente blanca, se tiñe ahora de carmín por la fatiga. Cuando menos lo esperaba, en una de las revueltas del retorcido camino se encontró con las primeras casas de la aldea.

La onda se humilla, corriendo fugitiva, ante ese conquistador que la surca sin temerla y la azota con las ruedas de su carro triunfal; el monstruo de las aguas busca sus grutas escondidas en el abismo, comprendiendo que el imperio del elemento líquido le pertenece á un sér infinitamente superior; y el huracan, ese Júpiter sin forma, de aliento destructor, que impera sobre las soledades del páramo, de la selva, del arenal y del océano, parece amansarse en presencia de ese viajero que opone á las conmociones supremas de la creacion la fuerza misteriosa de la ciencia triunfante!

No nos es posible tener un ensueño de felicidad, sin imaginarnos inmediatamente que flotamos con seres queridos en una barca que surca las aguas impelida por remos que se sumergen acompasadamente. Hasta cuando estamos solos, es una voluptuosidad real poder animar con los brazos uno de esos barquitos afilados que cortan el agua con agilidad de pez.

Y al tiempo de decirlo, clavaba en él una de esas miradas soberanas que expresaba convencimiento profundo de su dominio. Gonzalo, por mucho que se alejase, no podría romper la cadena; volvería blando y sumiso a sus pies, como el cometa que en vertiginosa carrera surca los espacios y a una distancia inconmensurable siente el freno del sol y vuelve dócil hacia él su frente.

Al alba del tercer día, los papúes y sus prisioneros llegaron a la orilla del Durga, gran río, de rápida corriente, que surca una gran parte de la vasta isla hacia Occidente, y que desemboca cerca del cabo Valke, en el trozo de mar que baña el archipiélago de las islas Arrú. Una gran aldea acuática fundada sobre altísimos pilotes ocupaba una enorme extensión de la orilla izquierda.

Palabra del Dia

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