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Actualizado: 24 de julio de 2025


Sin embargo, no hay que engañarse: creo que me sentía más erótico que religioso. No se pasaron muchos minutos sin que la monja portera abriese de nuevo, diciendo con el mismo acento extranjero y tono imperativo: La misa va a empezar. Venga usted. Y la seguí con la sumisión de antes, como un colegial a quien llevan a encerrar.

En vez de una niña alegre y agradecida al inmenso favor que la hacía, se encontró frente a frente de una fierecilla, un ser antipático sin afecto ni sumisión, extravagante y caprichosa hasta un grado sorprendente, cuya risa no brotaba ruidosa sino cuando algún criado se caía o el lacayo recibía una coz de los caballos. Pero no se desanimó.

Precisamente ahí está el quid como se dice vulgarmente; claro está que es laudable ayudar al gobierno cuando se le ayuda con sumision, siguiendo sus disposiciones, el recto espíritu de las leyes en consonancia con las rectas creencias de los gobernantes y no estando en contradicion con el primitivo y general modo de pensar de las personas que tienen á su cargo el bienestar comun de los individuos que constituyen una sociedad.

Por cumplir, más que por gusto, Fortunata tuvo la condescendencia de decir algo, reservando, como es natural lo más delicado. Doña Lupe se entusiasmó tanto con aquella muestra de sumisión, que hizo gala de sus facultades profesionales, y terminó así: «Te aseguro que si me obedeces, te quitaré eso de la cabeza y serás lo que no eres, un modelo de mujeres casadas.

Ella, la verdad sea dicha, aunque tenía una razonable contestación que dar á aquella pregunta, no se atrevió; y doblando tristemente su obra, fué á sepultarla en la cómoda. Elías no se ablandó por esta prueba de sumisión, y en tono más agrio y severo le dijo al verla tirar de la gaveta: Cuando digo que te has echado á perder....

La más ligera tentativa de sacudir el yugo podía acarrear, en esta parte, fatales consecuencias, y la tiranía de las autoridades eclesiásticas no dejaba otro recurso que la sumisión. A pesar de todo, era tan vigorosa la vida nacional, que no parecía fácil sofocarla, y por esto emprendió entonces una senda, en la cual no había miedo de tropezar con aquellos obstáculos.

Pero reconocen sin embargo con respetuosa sumision á los que llaman ulmenes, ò caciques gobernadores, de cuya clase hay solo dos en el grande espacio de tierras que se halla desde la costa occidental del Rio Negro, faldas orientales de la Cordillera de los Andes, fronteras de Cuyo y Córdoba, hasta la nuestra del Salado.

Voy a ordenar que se enciendan todos los fuegos, que arda el alquitrán en los barriles; vamos a esperar toda la noche al novio retrasado, sin pegar los ojos en nuestro éxtasis amoroso y nuestra sumisión canina. ELSA. Perdóname, padre. EL CONDE. , seremos dóciles como perros; de otra suerte, el emperador podrá enfadarse con nosotros.

Me persuadí de que aquello me serviría para aminorar otro tanto la curiosa sumisión a que había estado sujeto, y aquel leve tinte de corrupción difundido en todos mis sentimientos perfectamente cándidos antes, me prestó un algo semejante a la desvergüenza, mejor dicho, la suficiente bravura para correr al encuentro de Magdalena sin temblar demasiado. Llegó ella a fines de julio.

Además, así no se podía conocer su verdadero carácter. Aquella sumisión absoluta podía ser efecto de la enfermedad. Don Robustiano dijo que eso era. Una tarde, tal vez creyendo que dormía la sobrinilla o sin recordar que estaba cerca, en el gabinete contiguo a su alcoba hablaron las dos hermanas de un asunto muy importante. Estoy temblando, ¿a qué no sabes por qué? decía doña Anuncia.

Palabra del Dia

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