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Actualizado: 24 de julio de 2025


Fortunata hacía que le ayudase a estirar la ropa o a devanar madejas, y él se prestaba a todo con sumisión; doña Lupe solía encargarle que le arreglase alguna cuenta, y con esto se entretenía, y nadie le tuviera por dañado en la parte más fina de la máquina humana.

Se deshacía, se derretía en amor divino, rompiendo muchas veces en exclamaciones de entusiasmo, en frases incoherentes, como si estuviera loca. Y con esto, su humildad y sumisión tan perfectas, que bastaba una mirada de su confesor para confundirla, para hacerle temblar y pedir perdón por los actos más inocentes.

Mientras tanto, D.ª Filomena, procurando ocultarse detrás de todas, gozaba en lo profundo de su corazón de aquel fausto suceso, que a ella sola se debía, acariciaba a su director con una mirada húmeda y suave donde se pintaba la ternura, el secreto y la sumisión. Obdulia se había retirado temprano, no pudiendo soportar tanta asquerosa adulación y el abandono de su amado confesor.

No es un simple método filosófico, es la sumision voluntaria á una necesidad indeclinable de nuestra propia naturaleza; es la combinacion de la razon con el instinto, es la atencion simultánea á las diferentes voces que resuenan en el fondo de nuestro espíritu.

Ottokar es, al contrario, visitado por una aparición, que lo reconviene por su criminal empresa y que le profetiza su ruina: el espectro hace en él tal impresión, que resuelve renunciar á su propósito; sin embargo, impone como cláusula de su sumisión que ningún testigo asista al rendir su homenaje al Emperador y pedirle perdón. Rodolfo promete cumplirla.

Había sido soldado en Ultramar y guardia civil en la Península. De sus años de disciplina guardaba un gran respeto a todo poder fuerte, un hábito de sumisión, que le hacía acoger las contrariedades con inquebrantable bondad.

Algún día serían tantos, que los fuertes, cansados de asesinar, aterrados por la inmensidad de su tarea sangrienta, acabarían por desalentarse, entregándose vencidos. El señor Fermín no percibió de este suplicio más que el silencio de la ciudad, que parecía avergonzada; el gesto de miedo de los pobres; la sumisión cobarde con que hablaban de los señores.

Pero será preciso obedecer, conforme a la ciega sumisión de la Corte de Madrid, y poner barcos y marinos a merced de los planes de Bonaparte, que no nos ha dado en cambio de esta esclavitud un jefe digno de tantos sacrificios.

La sumisión cobarde del Vara de plata era la primera victoria de los más audaces que formaban el acompañamiento de Luna. El sacerdote avaro y despótico bajaba los ojos ante ellos y sonreía con el deseo de ser agradable. Esto se lo debían al maestro.

El fulgor purpurino de la tarde caía directamente sobre su rostro y hacía resaltar claramente los pliegues y las arrugas que se habían grabado en él durante esos tres últimos años. Penas sombrías parecían asediar su frente; sus ojos habían perdido el brillo y sus labios estaban agitados por un movimiento nervioso en que creí leer a la vez una melancólica sumisión y una impotente rebeldía.

Palabra del Dia

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