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Actualizado: 26 de mayo de 2025
La pobre no pudo dormir, y el día la encontró hecha un ovillo, empapada en sudor frío y temblando de miedo. Entre estos sucesos extraordinarios y la diaria tarea del estudio y la costura, aterrada siempre por la fascinación terrible de los espejuelos de la madre Angustias, pasó Clara cuatro años, hasta que, cumplidos los once, vino Elías por ella y se la llevó á su casa.
Allá en lo alto se divisaba un puntito de cielo. Entonces, con las pocas fuerzas que le quedaban gritó hasta romperse la garganta. Nadie respondió. Quiso seguir, pero comprendió que ya era inútil. Un sudor frío bañaba su frente. Mirando aquel puntito claro de cielo permaneció largo rato con los ojos muy abiertos. Poco á poco aquel puntito también se fué oscureciendo. La tarde declinaba.
Se levantó haciendo un esfuerzo y quiso proseguir su marcha buscando la salida. Mas apenas había dado algunos pasos sus piernas se doblaron y no pudo seguir. Cayó desfallecida. Un sudor frío, el sudor de la agonía volvió á correr por su frente. Pero en aquel instante creyó oir una voz que llegaba á ella de la tierra por el respiradero.
Coexiste tambien, unas veces sed ó adipsia; otras, humedad ó sequedad de la piel, cefalalgia, timpanitis ó flojedad del vientre..... Pero en todas hay fenómenos sobresalientes: estreñimiento, sudor, neuralgia, vómitos..... cada uno difiere por su espresion y sus accidentes, en cada medicamento, como en cada fiebre.
La cabeza está mas ardorosa al principio, el sudor se manifiesta con preferencia en las partes superiores del cuerpo, lo cual tambien es uno de los efectos del centeno cornezuelo; el sudor, en fin, se hace general por la noche, en cuya época termina. El calor se presenta generalmente por la tardecita, y el frio por el dia.
Estamos embarrancados dijo el Capitán, secándose el frío sudor que le bañaba la frente . ¿Baja la marea? Sí, Capitán. ¿Qué hora es? Las once. Dentro de cuatro horas será la pleamar. Esperemos con confianza que nos ponga a flote. ¿Y si no llega la marea a desencallarnos? Tenemos la chalupa y nos encomendaremos a Dios y a las olas. Entre tanto, los australianos seguían en la playa.
Mañana seremos ciudadanos de Filipinas, cuyo destino será hermoso porque estará en amantes manos; ¡oh, sí! el porvenir es nuestro, lo veo de rosa, veo el movimiento agitar la vida en estas regiones largo tiempo muertas, aletargadas... Veo surgir pueblos á lo largo de los caminos de hierro, ¡y por donde quiera fábricas, edificios como aquel de Mandaloyon!... Oigo el vapor silbar, el traqueteo de los trenes, el estruendo de las máquinas... miro subir el humo, su potente respiracion, y aspiro el olor de aceite, el sudor de los monstruos ocupados en incesante faena... Ese puerto, de gestacion laboriosa, ese río donde parece agoniza el comercio, los veremos llenos de mástiles y nos darán una idea del invierno en los bosques de Europa... Este aire puro y estas piedras tan limpias se llenarán de carbon, de cajas y barriles, productos de la industria humana, pero, ¡no importa! iremos en rápido movimiento, en coches cómodos, á buscar en el interior otros aires, otros panoramas en otras playas, más frescas temperaturas en las faldas de los montes... Los acorazados de nuestra marina guardarán las costas; el español y el filipino rivalizarán en celo para rechazar toda invasion extrangera, para defender vuestros hogares y dejaros á vosotras reir y gozar en paz, amadas y respetadas.
El año de 1869 se recordará por mucho tiempo en San Francisco; durante dos días, una turba de sus ciudadanos se arrojaron sobre extranjeros indefensos, los mataron porque eran extranjeros y de otra raza, religión y color, y porque ofrecían su sudor al precio que podían obtener de él.
La noche nos sorprendió jadeantes, empapados en sudor, pero alegres y triunfantes después de dos horas de esfuerzos; y á poco rato el canto melancólico de todos los marineros, hiriendo el eco de las selvas, nos dió una nueva impresion. A las diez de la noche el puente del vapor tenia un aspecto singular.
El pobre Manolo se volvió hacia él, sudoroso, encendido, y le dijo con acento de reproche: Si tú te encontrases como yo, no te reirías, Rafael. ¡Tiene razón, tiene razón! exclamó la Amparo indignada .Vaya una gracia, burlarse de un amigo enfermo. Y para indemnizarle de aquel agravio le ayudó a sentarse en un diván, le limpió el sudor con su pañuelo y le dió unos cuantos besos.
Palabra del Dia
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