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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Pasee usted cuanto quiera, amigo Barragán repuso Tristán mirándole con curiosidad. Pero con gran sorpresa suya en vez de hacer uso de esta facultad el paisano se dejó caer como un plomo sobre el diván, sacó el pañuelo y se lo llevó a la frente empapada de sudor. ¡Es tan triste! ¡Es tan triste! murmuró con abatimiento.

De mas de treinta síntomas que espresan de la manera mas variada el frio y el calosfrío, solo dos ó tres manifiestan calor en la frente ó en la cara, y uno solo, un calor general sin sed, que se estingue sin sudor y le reemplaza una sensacion de frescura. Además, algunos síntomas indican el sudor sin calor, y sudores que se presentan por la noche, sin otro accidente.

Golfín observó el sudor de su frente, el glacial frío de sus manos, la violencia de su pulso; pero lejos de cejar en su idea por causa de esta dolencia física, afirmose más en ella, repitiendo: Vamos, vamos; aquí hace frío. Tomó de la mano a la Nela. El dominio que sobre ella ejercía era ya tan grande, que la muchacha se levantó tras él y dieron juntos algunos pasos.

Nébel saltó con él por sobre la rueda del surrey, dislocóse casi un tobillo, y corriendo a la victoria, jadeante, empapado en sudor y el entusiasmo a flor de ojos, tendió el ramo a la joven. Ella buscó atolondradamente otro, pero no lo tenía. Sus acompañantes se rían. ¡Pero loca! le dijo la madre, señalándole el pecho ¡ahí tienes uno! El carruaje arrancaba al trote.

El sota editor se había puesto muy serio; a la chica un sudor se le iba y otro se le venía; de pronto, en un momento en que ella alzaba con cierta coquetería una mano para retocarse el peinado, dijo el hombre: Vamos a ver: ¿le parece a usted que se han hecho esos dedos para pegar sellos y contar calderilla?

El ventero le proveyó de cuanto quiso, y Sancho se lo llevó a don Quijote, que estaba con las manos en la cabeza, quejándose del dolor del candilazo, que no le había hecho más mal que levantarle dos chichones algo crecidos, y lo que él pensaba que era sangre no era sino sudor que sudaba con la congoja de la pasada tormenta.

Lucía no estaba allí entonces. ¡Pobre Ana! Cuando ya iban pasando los últimos soldados, palideció, se le cubrió el rostro de sudor, cerró los ojos, y cayó sobre sus rodillas. La llevaron cargada para adentro, a volverle el sentido. Parecía una santa, vestida de blanco, con su cara amarilla.

Y el vasco y la valerosa amiga cruzaron las manos y alzaron blandamente en el improvisado trono a la enferma, que se dejó ir como un cuerpo inerte, recostando la cabeza en el cuello de Lucía y humedeciéndoselo con el viscoso sudor de la calentura.

Extenuada por el dolor, se deja caer sobre la hierba. Querría quedarme tendida aquí un momento dice enjugándose el sudor frío que cubre su frente. Después esconde su rostro entre el césped y permanece así algunos segundos, sin movimiento. El se inquieta. Ven dice; te vas a resfriar. Ella le tiende la mano derecha, volviendo el rostro. Levántame.

Ya irá comprendiendo el lector por qué al decir que todos los vecinos del consabido pueblo comían el pan amasado con el sudor de su rostro, exceptuamos a Simón Cerojo.

Palabra del Dia

atormentada

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