United States or Uzbekistan ? Vote for the TOP Country of the Week !


La cabeza está mas ardorosa al principio, el sudor se manifiesta con preferencia en las partes superiores del cuerpo, lo cual tambien es uno de los efectos del centeno cornezuelo; el sudor, en fin, se hace general por la noche, en cuya época termina. El calor se presenta generalmente por la tardecita, y el frio por el dia.

Nosotros nos metimos en un coche, salimos a la tardecita antes de anochecer una hora, y llegamos a la media noche a la venta de Viveros. Llegamos por no enfadar a la villa, y apeámonos en un mesón.

¡Qué tardecita pasaron las de Pajares! Exteriormente fueron las de siempre; las niñas contestaron con mohines graciosos a los saludos de los amigos, y la mamá, altiva y majestuosa, cobijándolo todo con su mirada de protección. Pero en su interior ¡cuántos tormentos!

Al punto se formaron dos corros con más espacio que arriba, y la frescura de la tardecita restituyó las ganas de bailar a las exhaustas máscaras. ¡Oh, si ellas hubiesen sabido que desde las próximas alturas de Colinar las miraban dos pares de ojos curiosos, indiscretos y osados!

Deja en paz al pobre Nacional. Más le valdría banderillear mejor. A ti lo que debe interesarte es seguir matando toros como el mismísimo Dios... ¡Buena tardecita se prepara! Me han dicho que el ganado...

Ahora, por lo pronto, algo he de hacer con él..., ¡cochino!, y con esta pícara que se me va de entre las manos. ¡Un hombre que pone un gabinete como aquel para una cita nada más, y luego me niega cuarenta duros!... Lo salado sería que yo llevase allí a Carola, pero no para hacer una comedia, sino para pasar una tardecita de juerga en los muebles que él ha pagado. ¡Hay allí unos almohadones! ¡Buena broma llevar mi pájara al nido que él fabricó para la suya!

Me dispuse a seguir los consejos del «pomposísimo Cicerón», y de tardecita, poco antes de que sonara el «Angelus», me encaminé a la casa de Castro Pérez. Vivía a espaldas de la Parroquia, en un caserón vetusto y sombrío. Cuando llegué al zaguán me tentado de retroceder e ir a charlar a casa de don Procopio. Hice de tripas corazón y avancé hasta la puerta del despacho.

El sargento la echaba piropos y el furriel de mi escuadra no la dejaba ni á sol ni á sombra. Pero ella prefería al gallego... El gallego era yo, ¿sabéis? Allí nos llaman gallegos á los de acá. Un domingo por la tarde salimos juntitos orilla del Guadalquivir por aquellos campos y merendamos en un ventorrillo, y yo me puse como una uva. ¡Vaya una tardecita aprovechá!

Además, me iré primeramente á mi rancho, por si alguien se allega por allá, y sólo á la tardecita entraré en la Presa, como otras veces... Creo que á media noche habré terminado mi negocio y podré salir para alcanzaros. Guiñó un ojo Piola, señalando al mismo tiempo con su diestra el rancho inmediato. ¿Qué dice ella? Cree que nos la hemos llevado para pedirle dinero al viejo.