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Actualizado: 13 de junio de 2025


Diciendo esto, salió precipitadamente de la casa, como si temiese volverse atrás de su determinación; y fue a aparejar su burra. Don Federico preguntó la tía María, cuando quedaron solos con la niña, que permanecía aletargada , ¿no es verdad que la pondrá usted buena con la ayuda de Dios? Así lo espero contestó Stein , ¡no puedo expresar a usted cuánto me interesa ese pobre padre!

Era Stein uno de aquellos hombres que pueden asistir a un baile de máscaras, sin llegar a persuadirse de que detrás de aquellas fisonomías absurdas, detrás de aquellas facciones de cartón piedra, hay otras fisonomías y otras facciones, que son las que el individuo ha recibido de la naturaleza.

Nada, lo que ellos dicen: «Destruyamos el nido, para que no vuelvan los pájarosSin embargo dijo Stein , yo he oído decir que había demasiados conventos en España. La tía María fijó en el alemán sus ojos negros vivos y espantados; después, volviéndose al lego, le dijo en voz baja: ¿Serán ciertas nuestras primeras sospechas? ¡Puede ser que sean ciertas! respondió el hermano. Capítulo IV

Y ya que Stein es tan diestro en el piano como en la flauta, tendréis uno a vuestra disposición esta tarde, así como una colección de las mejores piezas de ópera modernas. Así podréis escoger las que más os agraden y repasarlas; porque es preciso que María triunfe y se cubra de gloria. De eso depende su fama de cantatriz. Al oír estas últimas palabras, los ojos de María se animaron.

Estos negros, formados en caravanas, los vendían a los comerciantes de esclavos, que los llevabau a Fez, Marrakesh y Tafilete. Era difícil comprender cómo Ryp y van Stein habían llegado a dominar a aquellos bandidos moros, crueles y cobardes; pero la verdad es que los tenían en un puño. Los moros nos hubieran hecho pedazos con mucho gusto, pero Ryp nos protegió.

, pero es porque ya le da ejemplo el duque. ¡Hola!, y se detiene para hablarle..., y le pone una bolsa en las manos, ¡que será para los pobres!... Es un señor muy bueno y muy dadivoso. Ha hecho mucho bien. ¡Dios se lo remunere! Rosa Mística no sabía todavía la doble sorpresa que le aguardaba. Al pasar Stein, la saludó tristemente con la mano.

Parándose después delante de su pobre amigo, le dijo: Partid, Stein. Stein se levantó, apretó entre sus manos las del duque; ¡quiso hablar, y no pudo! El duque le abrió sus brazos. Valor, Stein le dijo ; y hasta la vista. ¡Adiós, y... para siempre! murmuró Stein, arrojándose fuera del cuarto. Cuando el duque estuvo solo, se paseó largo rato.

Otra, finalmente, despertaba sonidos profundos y solemnes, como los del cañón, para pedir oraciones a los hombres y clemencia al cielo por el pecador difunto. Stein se sentó en el primer escalón de las gradillas del púlpito sostenido por un águila de mármol negro. Fray Gabriel se hincó de rodillas en las gradas de mármol del altar mayor.

También María, por su parte, se había aficionado a Stein, no porque agrediese sus esmeros, ni porque apreciase sus excelentes prendas, ni porque comprendiese su gran superioridad de alma e inteligencia, ni aun siquiera por el atractivo que ejerce el amor en la persona que lo inspira, sino porque agradecimiento, admiración, atractivo, los sentía y se los inspiraba el músico, el maestro que en el arte la iniciaba.

Pero ya ve usted respondió Momo que no está en manos del Señor, sino a sus pies, como ofrenda. Y ¿con qué motivo? preguntó Stein. Don Federico dijo Momo abriendo tantos ojos , todo el mundo sabe eso. ¡Y usted no lo sabe! ¿Has olvidado que soy forastero? replicó Stein. Es verdad repuso Momo ; pues se lo diré a su merced.

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