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Actualizado: 31 de mayo de 2025
¿Y este matrimonio lo ha hecho don Francisco de Quevedo? Sin él no se hubiera efectuado. ¿Y queréis que á un hombre que así me sorprende y que así de mí se burla, no le prenda y le sujete? Preso he de tenerle todos los días de su vida. ¿Aunque yo os ruegue que no le prendáis? Vos no debéis rogármelo. Os lo suplico. Pero yo no entiendo ni una palabra de esto.
Cuando la tempestad sorprende al pájaro que se aleja del nido, el ave lucha con la tormenta, aleteando por recobrarlo; cuando el niño que rompe a andar cae y se lastima, busca afanoso el regazo de su madre; cuando el hombre abandona la mujer que le quiere, y sufre desengaños, torna a ella, y en sus brazos se arroja: Lázaro no tenía nido, ni regazo, ni brazos a que acogerse; llevaba, como una doble maldición, la duda en la frente y el amor en el alma.
Un día le dije: ¿Sabes que me sorprende que estés tan alegre estos días? ¿Pues? me preguntó, fijando en mí sus grandes ojos aterciopelados. Porque... yo presumía aquí comencé a vacilar y turbarme que después de una escena tan desagradable como aquella..., teniendo que reñir con tu mamá..., ibas a estar abatida, melancólica...
Rara vez le pone las manos, y si la sorprende en un trato criminal echa toda la culpa al galan, á quien corrige con toda severidad, si no satisface la injuria con un buen regalo.
Este, antes de partir, visita á su joven esposa, de la cual oye la más tierna despedida. Después de retirarse, sorprende su padre á Julia llorando; pregúntale la causa de sus lágrimas, y ella finge verterlas por la muerte de Octavio. Antonio resuelve entonces enlazarla al conde París en vez del difunto Octavio, y con tal propósito le envía un mensajero.
Un enjambre de infieles sorprende entonces al Monarca, que viajaba, mientras descansa de las fatigas del camino, viéndose abandonado de todos sus servidores; ya se lo llevan los enemigos, cuando se presenta Sancho, lo salva, y lo conduce en sus brazos con peligro de su vida.
Sin embargo, la señora de Maurescamp, a pesar del caos que se agitaba en su espíritu, mostrábase ante su madre y ante el público con esa frente serena e impasible que sorprende siempre en las jóvenes, recién casadas, y que atestiguan el poder del disimulo en la mujer.
Si será Villavicencio, que ha tenido noticia de la broma y creyendo venir a impedirla, sorprende las veras... Parece una mujer. Más bien parece un hombre. Se detiene allí... nos observa. Adelante dijo lord Gray . Que venga el mundo entero a observarnos. Adelante. Volvieron a cruzarse los aceros.
De rondón, y sin decir oste ni moste, se entró en mi casa y en mi cuarto para asaltar mi honestidad, cuando estaba mi marido ausente. ¡En qué peligro me he encontrado! ¡Qué compromiso el mío y el suyo! D. Gregorio llegó cuando menos lo preveíamos. Y gracias a que tropezó en un banquillo, dio un batacazo y soltó algunas de las feas palabrotas que él suele soltar. Si no es por esto, nos sorprende.
¿Es envidia también el decir que ya no vive de los pinceles, sino a costa de las mujeres? ¡Sí; lo es...! ¡Y además una calumnia! repuso el joven próximo a enfurecerse. Me sorprende, Elena, que tú te hagas eco de rumores tan feos saltó Clara con una viveza bastante rara en su naturaleza . Pienso que ningún daño te ha hecho Núñez para que le trates de ese modo. Elena soltó una carcajada.
Palabra del Dia
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