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Actualizado: 5 de junio de 2025
Siguióse en seguida un largo silencio, apenas turbado por el leve murmullo del agua: Pierrepont lo rompió primero, procurando volver a la ligera tonalidad acostumbrada entre los dos. En realidad, usted tiene un poco la culpa en las contrariedades que me está haciendo soportar este matrimonio... porque si no hubiera conocido a usted sería menos difícil.
Las superioras, tentadas por la fortuna del padre, que acabaría por pasar a la comunidad, mostrábanse transigentes y buenas; pero los rebaños monásticos alborotábanse ante la idea de recibir en su seno a una de «la calle», y no humilde ni resignada para soportar la superioridad de las otras, sino rica y soberbia.
Recalde era un déspota: decidido, audaz, acostumbrado a mandar como se manda en un barco, no podía soportar que nadie le contrariase. Se casó, pasó la luna de miel; la Cashilda tuvo un niño, el antropólogo; Recalde estuvo luego navegando tres años, y volvió a su hogar a pasar una temporada. El primer día, al volver a su casa, quiso ser fino: ¿Qué hay? ¿Ha pasado algo? le preguntó a su mujer.
Hago lo que puedo; por de pronto le lloro mucho, como él me lloraría. No juzgo que deben condenarse las lágrimas en absoluto; pero me parecen más propias de las mujeres que de los hombres. Te aconsejo entereza para soportar esta prueba terrible. Pasados ya los primeros días, es absurdo seguir entregado al dolor, y precisa darse cuenta exacta de su situación y pensar en lo porvenir.
Despójate de tu nombre de Arturo Dimmesdale, y créate uno nuevo, un nombre excelso, tal como puedes llevarlo sin temor ni vergüenza. ¿Por qué has de soportar un solo día más los tormentos que de tal modo han devorado tu existencia, que te han hecho débil para la voluntad y para la acción, y que hasta te privarán de las fuerzas para arrepentirte? Ánimo; arriba, y adelante.
Tenía los sesos revueltos y deslumbrados con sus grandes síntesis históricas, lo cual le ayudó no poco a soportar aquel golpe. Procuró, sin embargo, que su yerno no se enterase de la noticia. No tenía la misma confianza en la elevación de su espíritu y en la amplitud de sus miras. Algunos días estuvo oculta. Al cabo corrió por la población sin saber quién la trajera.
Este pensamiento hizo flaquear mi valor: me aterraba infinitamente más que la perspectiva del cadalso. Sentía dentro de mí fuerzas bastantes para mirar a la muerte cara a cara, y al mismo tiempo me contemplaba incapaz por entero de soportar la vista de un público curioso y hostil. Congojado y muerto de vergüenza salí por la puerta de la cárcel entre un grupo de curas, soldados y carceleros.
Nada. ¡Nada! pues si no hay nada que temer, ¿por qué continúa preso? Tú eres valiente, Clara. Domínate, prepárate... ¿Para qué? Tanto valor se necesita para soportar la desgracia, como para resistir la noticia inesperada de una dicha. ¡Ah! ¡señora! tendré valor, le tengo. Pues bien: toma, Clara mía, toma, y ve tú misma á sacarle de su prisión. Y la reina dió á doña Clara el auto de libertad.
Por esta causa, las vigas de la plaza se resquebrajaron y crujieron, no pudiendo soportar una sacudida tan violenta y toda una parte del anfiteatro se hundió bajo los pies de los espectadores.
Hoy que el placer corona tu cabeza, Quiero estrechar tu mano con terneza Y darte el parabien: Porque en los dias de contento ó duda La mano del amigo nos ayuda A soportar nuestro placer tambien. Hoy un hijo ha nacido en tu familia, Como tras larga noche de vigilia Se vé brillar el sol; Y su sonrisa pura cual la aurora Todo el hogar doméstico colora Tiñendo los semblantes de arrebol.
Palabra del Dia
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