Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 14 de junio de 2025
El tránsito en las calles, el movimiento general de la ciudad, era lo mismo que en los otros días, pero á Julio le pareció que los vehículos iban más aprisa, que había en el aire un estremecimiento de fiebre, que las gentes hablaban y sonreían de un modo distinto. Todos parecían conocerse. A él mismo le miraban la mujeres del jardín como si le hubiesen visto en los días anteriores.
Resonaban en toda la sala el ruido de las copas y de los platos, las voces sonoras, que se unían en un conjunto monótono y regular; la atmósfera estaba impregnada de perfumes de mujer y de vapores de vino; hermosas mujeres, muy pintadas, deslizándose entre las mesas, sonreían al doctor; todo estaba inundado de una luz eléctrica deslumbradora.
Te ví niña: tus labios sonreian con infantil placer, tu blanca frente, inmaculada y pura, sonreia tambien; en tus ojos brillaba la inocencia santa de la niñez, y te seguí tenaz con la mirada, tu mirada busqué, porque el rostro de un ángel de los cielos en tí creia ver.
Ni siquiera le acogieron con el gruñido de la otra noche. Cuando Pep, abriendo la puerta, les dio entrada en la cocina, Febrer vio que el Cantó llevaba el tamborcillo pendiente de un brazo y en la diestra la baqueta con que golpeaba el parche. Era noche de música. Unos atlots sonreían al ocupar sus puestos con expresión maligna, como regocijándose por adelantado de algo extraordinario.
Las buenas mozas sonreían con sus requiebros y se les iban los ojos tras la gruesa cadena de oro del torero y sus grandes diamantes, preseas adquiridas con las primeras ganancias y a crédito de las futuras.
La sequía, cruel calamidad de las llanuras andaluzas, les hacía discurrir tardes enteras; y cuando, después de largas semanas de expectación, el cielo encapotado soltaba algunas gotas gruesas y calientes, los grandes señores campesinos sonreían gozosos, frotándose las manos, y el marqués decía sentenciosamente, mirando los anchos redondeles que mojaban la acera: ¡La gloria e Dió!... Ca gota de esas es una monea de sinco duros.
Sus oyentes sonreían al acordarse de las bandas de avestruces que bajaban de la altiplanicie á la cuenca del río, atraídos, sin duda, por la novedad de los trabajos que iban realizando los hombres junto al agua.
La primavera se acercaba con sus tibias caricias, y en los balcones sonreían las muchachas, mirando de soslayo a los que se detenían para contemplarlas.
Sus ojos, y su boca no sonreían con la tranquila melancolía de quien sufre, porque recuerda; ni eran los suyos sinsabores, medio consumidos, y acaso poetizados por el tiempo: eran penas vivas, recientes, de las que la imaginación agrava cada día y roban más sueño cada noche.
Se tuteaban como dos buenos camaradas; sonreían con la franqueza de la juventud, sin mirar en torno de ellos, pero alegrándose al pensar que muchos ojos estaban fijos en sus personas. Ella hablaba manoteando, amenazándolo con sus uñas sonrosadas cada vez que le decía algo fuerte; acompañando sus risas con un taconeo infantil cuando elogiaba su hermosura.
Palabra del Dia
Otros Mirando