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Actualizado: 23 de julio de 2025
Más adelante, al reparar en Amparo, se halló mejor en el pueblo. Si algo se burlaba de él la despabilada chiquilla, al fin era una muchacha, un rostro juvenil, una voz fresca y sonora.
Es, al contrario que la abuela, enemiga del matrimonio y se dice por lo bajo que su marido, muerto hace muchos años, no la hizo precisamente feliz. Y bien, ¿cómo van esos estudios? dijo el cura con una risa sonora que hizo estremecerse hasta las tenazas de la chimenea. Están suspendidos, señor cura. ¿Por qué?
No me atrevería a decirle a usted que aquello fuese una composición poética, pero lo cierto es que la combinación sonora de los vocablos se parecía mucho a los versos. En el mismo momento en que llegaba yo a ese punto de mis reflexiones, apareció delante de mí, en la misma avenida que yo recorría, nuestro amigo de siempre, el señor D'Orsel, acompañado de sus dos hijas.
Y así continuó hasta un estrecho pasadizo, medio alumbrado por un farol clavado en la pared, y enteramente desierto, donde hubo de sacarle de su distracción una voz de mujer, grave, sonora, que hablaba sin duda con otra detrás de una mampara próxima, y que le dejó oír involuntariamente las siguientes palabras: Me va en ello más que piensas... es preciso; preciso de todo punto... ¡oh, Dios mío!
Tardó algunos segundos en darse cuenta de su sinceridad. Eres una gran chica siguió aquél echándole un brazo al cuello y obligándola a sentarse de nuevo, y él junto a ella . Esta bofetada no la tasaría en menos de cien pesos cualquier perito inteligente. Fuerte, sonora, oportuna.... Reúne todas las condiciones que se pueden apetecer....
Aquellos millones fantásticos, saliendo de la boca de Juanito, rodaban sobre el pobre tapete de la mesa, parecían infundir por la mísera habitación un ambiente de aplastante opulencia, algo semejante a la sonora vibración de montones de oro. Y esta conversación fue repetida un día y otro, hasta que Juanito quedó desconcertado e indeciso ante una proposición de las dos mujeres.
Aprendía rápidamente sus lecciones; acompañaba al piano el violoncello del papá, y así se pasaban los días toca que toca, revolviendo todo el inmenso montón de solfas que guardaban en el granero, junto con los libros malditos. Además, la pequeña mostraba cada día una voz más hermosa y sonora. «Será una artista, una gran artista», decía el padre entusiasmado.
Luisa, al oír aquella proposición, enrojeció hasta las orejas, y Hullin lanzó una sonora carcajada.
Después había allí la Catedral. ¡Qué a mis anchas me encontraba en su gran nave obscura, tan sonora, por la que corrían ruidos que no se pueden expresar, bajo aquella bóveda alta y misteriosa y entre aquellos severos pilares por los que parecía que circulaban los ángeles!
¡Oh! ¡oh! ¡oh! exclamó el duque soltando una sonora y bárbara carcajada como las de los héroes de la Iliada . ¿Y por qué no les hemos de traer a Gayarre y a la Tosti para recrearles por las noches? Deben ser muy aburridas aquí las noches. Las damas sonrieron avergonzadas. Vamos, duque, no bromee usted, que la cosa es seria dijo la condesa de la Cebal.
Palabra del Dia
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