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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Bien, muy bien. Y vuestro sobrino... ¿dónde para? Preguntádselo al tío Manolillo. ¡Al tío Manolillo!... ¿pues qué, el tío Manolillo le conoce? El tío Manolillo conoce á don Francisco de Quevedo, y don Francisco de Quevedo es amigo... de mi sobrino.
Tenía allí la prendera un sobrino empleado, quien por favor especial hizo llamar a Godofredo a la sala de declaraciones.
Vamos, Rita, déjame en paz y no digas simplezas... Demasiado sé lo que es mi sobrino. ¡No, si yo no digo nada! ¡Ya me libraría yo de decirle nada!... ¡Pues bueno es usted para que le diga nada malo de su familia!... Y eso que bien poco se han acordado de usted siempre, y con bastante despego le han tratado... No parece más que tenían a mengua alternar con usted...
¡Ah! dijo con cierto disgusto la Dorotea. Enamorado de vos. ¡De mí! exclamó riendo la comedianta. ¡Cosas de Quevedo! dijo Montiño terriblemente contrariado. No, no por cierto... cosas de Dorotea. ¡Cosas mías! Ciertamente, porque vuestras cosas son las que han quitado el apetito de todas las cosas al señor Juan Montiño. ¡Ah! ¿os llamáis Montiño? Es sobrino del cocinero mayor del rey.
Pero la baronesa parecía preferir con mucho los servicios de la señorita de Sardonne a los de su sobrino.
Sentose don Claudio Fuertes delante del pupitre; cogió pluma y papel, y escribió en un credo algunos renglones que leyó después a don Alejandro Bermúdez, y decían así: «Mi querido sobrino: Por las sospechas que apuntas en tu carta del tantos, es posible que te convenga mejor que el hospedaje que en esta casa tenías y tienes a tu disposición, el que te reserva en la suya la persona que te fue con la noticia que ha dado origen a tus temores, si es que persistes en tu propósito de venir a Villavieja; pues pudieras haber variado de parecer después de considerar que no tienes derecho alguno ni autoridad suficiente para hacerme la pregunta y las reflexiones que me haces en tu mencionada carta.
Por una de las puertas, que generalmente estaba abierta, se veía la sala de billar donde jugaban siempre las mismas personas rodeadas de los mismos mirones. Cuando don Melchor y su sobrino entraron, se hablaba de un proyecto de mercado cubierto para preservar de la intemperie a las pobres mujeres que vendían al raso legumbres y leche.
Aunque dos o tres veces, llevada por su sobrino había visitado al basilisco, no había podido averiguar si estaba ya bien despercudida de las máculas de marras, pero ella quería ejercitar, como he dicho antes, su facultad educatriz, y todo lo que se tardase en tener a Fortunata bajo su jurisdicción, se detenía el gran experimento.
Era sobrino de don Manuel en grado lejano; sus padres habían muerto, y el fabricante de sedas, en vista de su ingenio despierto, encantado por sus agudezas y recordando que lo sostuvo en la pila bautismal, hizo el inaudito sacrificio de recogerlo y darle carrera. Rafael Pajares venía a ser en la casa el punto vulnerable del huraño Fraile.
Algunas noches, á la hora en que los faros empezaban á perforar la sombra naciente con sus primeras puñaladas de fuego, sentíase melancólico, y olvidando la diferencia de edad, hablaba á su sobrino como si fuese un compañero de navegación. Lamentaba no haberse casado... Ya tendría un hijo como Ulises.
Palabra del Dia
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