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Actualizado: 8 de junio de 2025


Decid á doña Clara Soldevilla, me dijo, si queréis sacar de un negro compromiso á su majestad la reina, que diga que no puede venir porque está enferma; que os siga, sin embargo, porque su majestad la necesita, y que cuando el rey haya salido de la cámara de su majestad la reina, entre á verla; para que el rey salga, decid á su majestad de mi parte que yo le pido audiencia para un asunto gravísimo, que no he podido encontrar quien me anuncie por la hora que es, y que me valgo de vos.

Nin vale el azor menos, porque en vil nido siga, nin los ejemplos buenos, porque judío los diga. . . . non para menos que otros de mi ley que ovieron muchos buenos donadíos del rey

Replicar quería Sancho a su amo, pero la voz del Caballero del Bosque, que no era muy mala mi muy buena, lo estorbó; y, estando los dos atónitos, oyeron que lo que cantó fue este soneto: -Dadme, señora, un término que siga, conforme a vuestra voluntad cortado; que será de la mía así estimado, que por jamás un punto dél desdiga.

Lo había previsto yo. No crea usted que me coge de nuevo. ¡Casita y todo!... ¡Cuánta infamia! ¿Y no siente usted remordimientos? Cualquier persona que tuviera alma estaría en tal caso llena de tribulación... pero usted tan fresca. Yo lo siento... lo siento... Quisiera que eso no hubiera pasado. Eso, que no hubiera pasado el lance, para continuar pecando a la calladita. Y siga el fandango.

Como usted quiera... Pues ándese por ahí... Yo no tengo aquí álbumes ni libros para que se entretenga. Maldita la falta que me hacen a los álbumes... Siga, siga usted y trabaje firme. Eso, eso es lo que nos conviene. Luego hablaremos. Yo no tengo absolutamente nada que hacer...

¿Estoy prisionero? No, no; está usted aquí en seguridad. ¿En qué pueblo? En Hernani. Ah, vamos. ¿No me podrían abrir esas cortinas? No, por ahora no. Dentro de un momento vendrá el médico y, si le encuentra a usted bien, abriremos las cortinas y le permitiremos hablar. Con que ahora siga usted durmiendo. Martín sentía la cabeza débil y no le costó mucho trabajo seguir el consejo de la muchacha.

Tanto mejor; y quiera Dios que siga andando, como el judío errante, hasta el día del juicio. Ahora vengo de ver los toros de la corrida de esta tarde. ¡Ya nos darán que hacer los tales bichos! Hay uno negro que se llama Medianoche, que ya ha matado un hombre en el encierro. ¿Quieres asustarme y ponerme peor de lo que estoy? dijo María . Cierra las persianas, que no puedo aguantar el resplandor.

Creían, sin duda, que allí estaban refugiados Martín y Bautista y se fueron acercando al árbol. Entonces disparó Martín é hirió a uno en una mano. Quedaban solo tres hábiles, y, retrocediendo y arrimándose a los árboles, siguieron haciendo disparos. ¿Habrá descansado algo su madre? preguntó Martín a la señorita. . Que siga huyendo. Vaya usted también. No, no.

Su decaimiento físico fue rapidísimo: le vi esforzándose por erguir la cabeza, que se le inclinaba sobre el pecho, le vi tratando de reanimar con una sonrisa su semblante, cubierto ya de mortal palidez, mientras con voz apenas alterada, exclamó: Esto no es nada. Siga el fuego.

Siga lo que iba contando: después sabremos lo que hace el señor Pascual dijo Lázaro, impaciente por las digresiones de la criada. Pues decía que el melitarito, ofreciéndome dinero, quería colarse aquí. ¿Y entró?... Espere usted y seguiré contando. No pasaba de la esquina, y el amo le alcanzó á ver algunas veces. Porque el amo, aunque parece que no ve nada, lo oserva todo. Y ella, ¿qué decía?

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