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Actualizado: 2 de junio de 2025
Conque apenas León Santa María cumplió los doce años, entró de cadete en un Regimiento y se puso desde entonces derecho como un huso, serio como un sermón y grave como un entierro. Haciendo el ejercicio, y peleando como valiente muchacho en el Rosellón, fue pasando el tiempo y llegó mi tío a la edad en que el corazón canta y suspira. Rafael, Rafael dijo su tía , cuenta con lo que se habla.
No te entiendo, no quiero. ¡Venimos a hacerte un favor, y nos sales con un sermón! ¡Queremos verte rico como nosotros, y nos contestas hablando de los demás, de la gente que no conoces, de esa humanidad que no te dio ni un mendrugo cuando vagabas como un perro...! Tendré que dirigirte como en nuestra juventud, cuando hacíamos la guerra.
Ahora podemos seguir naturalmente el curso de los sucesos de esta puntual historia. Dejaremos á Lázaro preparándose á partir. Su madre y su abuelo le despiden llorando, el alcalde le abraza diciendo que ya ve en él nada menos que un secretario del Despacho; el cura le da dos bollos maimones para el camino y le echa un sermón fastidioso.
Y así, fue en vano que en cierto sermón de Semana Santa Fortunato estuviera sublime al describir la crucifixión de Cristo.
«Yo le eché anteayer un largo sermón, recomendándole que se amoldara a las realidades de la vida, que pusiera un freno a aquella imaginacioncilla tan desenvuelta. 'Pero, hija mía, es preciso pensar lo que se hace, y dejarse de tonterías'. Yo muy serio. Creo que algo he conseguido. Usted lo ha de ver, compañero.
Las damas se dirigieron á la puerta. El clérigo se dió un golpe en la frente como quien recuerda una cosa importante, y dijo á doña Paulita: ¡Ah! señora mía, si tuviera usted la bondad de hacerme un favor.... ¿Qué, señor don Silvestre? Que se dignara usted repasar un sermón que he escrito y voy á predicar en San Antonio el 17 de Enero.
Voy a ser tu ministro; tú eres un Dios de paz, y mi primera virtud debe ser la mansedumbre. Lo que enseñó tu hijo en el sermón de la Montaña tiene que ser mi norma. No ojo por ojo, ni diente por diente, sino amar a nuestros enemigos. Tú amaneces sobre justos y pecadores, y derramas sobre todos la lluvia fecunda de tus inexhaustas bondades.
Tres veces al día, al romper del alba, á medio día y á la noche, juntos los niños y las niñas cantan á coros distintos gran número de oraciones y decoran de memoria lo que el Misionero les ha explicado del Catecismo. Todos los días de fiesta se junta el pueblo á oir algún punto de la doctrina cristiana ó sermón, después de haber cantado solemnemente la misa.
Aresti sonrió, mirando con lástima al joven. Era posible que no lo entendiese: aquellas cosas no las enseñaban en Deusto. Además, una moral con todos sus preceptos, no se fabrica de la noche á la mañana como un sermón de los padres de la Compañía. Bastante había hecho el pensamiento moderno en menos de un siglo; y aún estaba en la primera etapa de su marcha hacia el infinito.
Hasta el vizconde, si bien en su llanto parecía haber un poco de risa, porque durante el sermón, con un alfiler y una tirilla de papel que encontrara por casualidad en el suelo, había prendido una pequeña cola en las abultadas polleras de doña Brianda. Por suerte, nadie advirtió su impiedad, «nadie diría fray Anselmo, ¡menos Dios!»
Palabra del Dia
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