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Actualizado: 14 de julio de 2025
Y para disipar escrúpulos diré que aunque esta nave se hunda en la mar con toda la riqueza que contiene, si se hunde con gloria y con la conveniente y debida resonancia, los señores Adorno y Salvago saldrán ganando y no perdiendo.
Un rico que gustaba de mezclarse con la gente pobre; no como los otros señores, que sólo se dejaban ver en los balconajes de los puentes para echar una mirada de lástima, huyendo apenas se volvían hacia ellos algunas cabezas, cual si no quisieran concederles ni el goce de la curiosidad.
El aperador, los capataces, el mulero, los trabajadores principales y más constantes en el servicio del amo, se juntan allí por la noche, en invierno, en torno de una enorme chimenea de una gran cocina, y en verano al aire libre o en algún cuarto muy ventilado y fresco, y están holgando y de tertulia hasta que los señores se recogen.
Dímosla al otro teatro, mas allí contestaron que ellos no eran menos que los del otro coliseo, y que no tomaban sobras: a fuerza, sin embargo, de emplear más empeños que para lograr una prebenda, se consiguió una orden a rajatabla de los señores que estaban a la cabeza del teatro; pero ya era tema: una actriz, sobre si la habían dado el papel de segunda siendo ella la primera, se puso mala la víspera; otro actor, también por etiquetas y rencillas, armó una intriga de todos los diablos: se pagó gente para el efecto, y si una noche se representó, una noche se silbó...
Gravísimo añadió otro. Y á mí me parece lo más fastidioso del mundo dijo Mari Díaz ; ¿qué nos importa todo eso? Por mi parte me voy. Id con Dios, princesa, id con Dios dijo el alférez ; si no fuera por dejar con su curiosidad á estos señores, os acompañaría. Muchas gracias dijo la Mari Díaz alejándose. Allá va al primer bastidor dijo uno. A ponerse en guerra con la Dorotea.
Brillaban en ella, al lado del marqués de Villena, ya citado, el marqués de Santillana, Juan de Mena, Gómez Manrique y otros muchos caballeros y señores, cuyas obras se reunieron en el Cancionero de Baena, y pasaron luego en parte al Cancionero general.
Los guantes de cabritilla son coetáneos de la escarapela en los señores de los pescantes y el clat en los señores de los salones. Antes en Manila se conocía al dueño de un coche por su cara, hoy se le conoce por su cochero, que viene á ser el alias ó seudónimo da su amo ... ¡Manila progresa!
-Sea en buena hora -dijo Sancho-; y yo le diré a vuestra merced quién soy, para que vea si puedo entrar en docena con los más hablantes escuderos. Con esto se apartaron los dos escuderos, entre los cuales pasó un tan gracioso coloquio como fue grave el que pasó entre sus señores.
De aquí que los portugueses buscasen allí con afán aunque poco dichoso, las antiguas minas que el hijo de David había laboreado. Algo se detuvo en Sofala la pequeña flota, pero no tardó en zarpar para Goa. La nave de Morsamor no pudo seguirla. Tenía antes que ir a Melinda, a donde enviaban los señores Adorno y Salvago no pocos artículos de comercio.
En este tiempo, nuestros caminantes, tragando leguas de aire, como si fueran camaleones de alquiler, habían pasado a Adamuz, del gran Marqués del Carpio, Haro y nobilísimo decendiente de los señores antiguos de Vizcaya, y padre ilustrísimo del mayor Mecenas que los antiguos ingenios y modernos han tenido, y caballero que igualó con sus generosas partes su modestia.
Palabra del Dia
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