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Actualizado: 14 de septiembre de 2025


Yo vi los marinos próximos ya, muy próximos a nuestros cañones; sentí gritos de júbilo y de victoria pronunciados en española lengua, y, aunque todo esto me conmovía mucho, la carta no concluida me quemaba la mano. Decid que yo era un estúpido egoísta; pero, señores, ¿y la carta, y aquel casamiento imprescindible, y aquella superchería misteriosa?... ¿Se ganaba la batalla?

Con esto quedaron nuestros Catalanes, y Aragoneses señores de aquel Estado, y Provincia, al cabo de trece años de guerra; y con esto dieron fin á toda su peregrinacion, y asentaron su morada gozando de las haciendas, y mugeres de los vencidos.

Mas como la justicia andaba entonces tan menguada, no se crea que el caballero Figueroa, brazo del alzamiento, ni los caballeros conspiradores fueron condenados, sino que vino á descargarse el peso de la ley sobre los que menos habían contribuido al acto, por ser débiles y no poderosos señores.

Y también pensaba que soy merecedor de que usted no me trate así, don Melchor. ¡Pero qué pretende usted?... ¿Qué se ha figurado? exclamó Melchor parándose un instante frente a Baldomero en actitud amenazante. Cálmese, don Melchor, si yo no le falto... yo respetar a la gente... pero estos señores parece que se van a ir con mala impresión... ¡Mejor para ellos!

No sabéis lo que decís, Bettina, y contáis a estos señores cosas que no pueden interesarles. ¡Oh! dispensad, señora dijo el cura. En toda la comarca no se trata por el momento más que de la venta de este castillo, y la narración de la señorita nos interesa mucho. Ves, Zuzie, mi historia interesa mucho al señor cura. Continúo, pues. Salimos a caballo, volvimos a las siete, nada.

El intendente de marina y el comandante de artillería dicen que no darán nada mientras Villeneuve no lo pague en moneda contante y sonante. Así, así: me parece que está muy bien parlado. ¡Pues no falta más sino que esos señores con sus manos lavadas se fueran a llevar lo poco que tenemos! ¡Bonitos están los tiempos!

Con este trato quedaron nuestras cosas, al parecer, en suma grandeza; porque los Catalanes se vieron señores de todas las Provincias de Asia, así por dárselas el Emperador en paga de sus servicios, como porque las ganaron con las armas, y libraron de la servidumbre de los Turcos: títulos que cualquiera de ellos era bastante á darles el derecho de señorío de todas ellas.

¿Lo ves, Amalia? Aquí está la madre del cordero. El papel decía en gruesos caracteres, trazados al parecer por tosca mano: «La madre desdichada de esta niña la encomienda a la caridad de los señores de Quiñones. No está bautizada.» ¡Es una niña! exclamaron algunas señoras a un tiempo. Y en el acento con que dejaron escapar estas palabras no era difícil de advertir cierto desencanto.

Esto, pues, señores, es ser caballero andante, y la que he dicho es la orden de su caballería; en la cual, como otra vez he dicho, yo, aunque pecador, he hecho profesión, y lo mesmo que profesaron los caballeros referidos profeso yo.

Tendrán sus señores, si no tantos y tan humildes vasallos, serán los que tuvieren católicos, con cuyo amparo estarán estos caminos seguros, y la paz podrá llevar en las manos las riquezas, sin que los salteadores se las lleven.

Palabra del Dia

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