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Actualizado: 18 de junio de 2025
«...¿Se han reunido todos los ministros?... ¿Puede empezar el Consejo?... ¡El coche, el coche, o no llegaré a tiempo al Senado!... Esta vida es intolerable... ¡Y el país, ese bendito monstruo con cabeza de barbarie y cola de ingratitud, no sabe apreciar nuestra abnegación, paga nuestros sacrificios con injurias, y se regocija de vernos humillados!
En los corrillos del Senado se susurró por centésima vez que don Luis María de Ágreda terciaría en la discusión de cierto proyecto de ley. El pobre señor lo deseaba con toda su alma, pero no se atrevía.
Mientras entre nosotros no hay más soberano que el pueblo argentino, que los gobernadores de provincia son agentes naturales del P. E. N., que la autoridad del Congreso está arriba de todas, sin más limitación que la determinada por la Constitución, atribuyendo a los ciudadanos el recurso de inconstitucionalidad ante la Corte Suprema de Justicia, en Colombia, como he dicho, cada estado es soberano, gobernado por un presidente y participando del gobierno general por medio de dos plenipotenciarios que delega al Senado, especie de consejo anfictiónico.
Las cartas que escribió don José, las visitas que hizo hasta que se lo impidió su dolencia, las antesalas que cruzó, no son para contadas. Por fin, un antiguo amigo suyo metió al chico, con un empleo de 5.000 reales, en la Biblioteca del Senado. Pepe, como funcionario público, iba a ganar casi la mitad de lo que daban a Millán por regentar la imprenta.
Con esto suspendió el auditorio que había llamado senado, y les encendió el deseo de no dejar de ver todo lo que yo sabía. Volvióse a mí mi amo, y dijo: "Volved, hijo Gavilán, y con gentil agilidad y destreza deshaced los saltos que habéis hecho; pero ha de ser a devoción de la famosa hechicera que dicen que hubo en este lugar."
La prensa, que es periódica, tiene poco alimento para el reportaje en la vida regular y monótona de Bogotá; con frecuencia el Magdalena se ha rezagado con exceso, los vapores que traen la correspondencia se varan y se pasan dos o tres semanas sin tener noticias del mundo. ¿Dónde ir a tomar la nota del momento, el chisme corriente, la probable evolución política, el comentario de la sesión del Senado donde el «macho» Alvarez ha dicho incendios contra el Presidente Núñez, que Becerra ha defendido con valor y elocuencia? ¿Dónde ir a saber si Restrepo está en Antioquía de buena fe con los independientes, o lo que Wilches piensa hacer en Santander?
Volvióse luego al pueblo, y en voz alta dijo: "No piense vuesa merced, senado valeroso, que es cosa de burla lo que este perro sabe; veinte y cuatro piezas He tengo enseñadas, que por la menor dellas volaría un gavilán; quiero decir que por ver la menor se pueden caminar treinta leguas.
Esta explicacion no me satisfizo, porque bien se deja entender que aparte de que fué justa y ejemplar la sentencia de Marino, el senado y el dux no hubieran tolerado una manifestacion tan contraria á sus soberanos decretos. Nada repuse á mi compañero, callé y tan luego como supe donde estaba la Biblioteca, hice lo que siempre que tengo una duda, busco inmediatamente el medio de resolverla.
Hace veinticinco años, cuando aún no era jefe de la Universidad, pero ocupaba un asiento por primera vez en el Senado y una cátedra de Historia política, se enamoró de un hombre. No crea usted, gentleman, que este hombre era un intelectual, digno del afecto de Momaren.
Yo puse cuidado en todo y eché la primera loa en el lugar. Era de una nave, de lo que son todas, que venía destrozada y sin provisión; decía lo de «este es el puerto», llamaba a la gente «senado», pedía perdón de las faltas y silencio, y entréme. Hubo un víctor de rezado, y al fin parecí bien en el teatro.
Palabra del Dia
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