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Actualizado: 18 de junio de 2025


De buena gana hubiese ordenado la instalación de un ascensor; pero el pensamiento de que sus cuentas podían ser examinadas y discutidas en pleno Senado le hizo desistir de tal deseo. Al fin se decidió á emplear en sus visitas la grúa montadora de alimentos.

Para que medren unos cuantos ganapanes que no saben más que charlar por los codos. Fuera el Congreso y fuera el Senado. Una persona arriba, llámese rey, presidente o Preste Juan, que tenga firme por la rienda y arree con el látigo al que se desmande. Luego, nada de indultos. Al que conspire, cuatro tiros y en paz.

Este sublime pensamiento les edificaba de tal modo, que el conde de Cotorraso y algunos otros grandes propietarios que allí había, se sentían unidos eternamente al Ser Supremo por el vínculo sagrado de la propiedad territorial y se prometían combatir por ella heroicamente y oponerse en el Senado a toda ley que directa o indirectamente atentara a su integridad.

Allí existen los archivos de la ciudad y tiene sus sesiones muy modestamente el Senado de la república. La Bolsa no es notable sino por el extravagante contraste de su parte interior, de estilo casi morisco, y la exterior, adornada con estatuas y una fachada de aspecto muy diferente.

No insisto en esto; pronto apreciará el Senado de qué manera el Consejo Ejecutivo derrocha el dinero de la nación, á pesar de que el gobierno de nuestro sexo ostenta el espíritu de economía como la mayor de las ventajas sobre todos los gobiernos anteriores.

Es la lógica de la vida: el inútil mata siempre al que sirve para algo. Pero no hubo muerte alguna. El padre de la República supo manejar á unos y á otros con la misma habilidad que mostraba en los pasillos del Senado al surgir una crisis ministerial. Se acalló el escándalo. Margarita fué á vivir con su madre, y empezaron las primeras gestiones para el divorcio.

Al retirarse a casa le decía Paz: Di, papaíto, ¿te han servido los papeles que te trajo aquel muchacho del Senado? Algo, algo: el chico no es tonto... tiene buena voluntad y parece listo. , ¿eh? Paz no sabía cómo sugerir a su padre la idea de que utilizara de algún modo los servicios de Pepe, pues comprendía que don Luis no necesitaba secretario ni escribiente.

El salon del senado, magnífico como todos los del Palacio Ducal; hay dos inmensos cuadrantes que en vez de minuteros tienen los signos del zodíaco para señalar las horas: cuadros de los primeros artistas, techo de molduras, puertas de ébano.

Pero no he podido conseguir que nos den dos reservados como otros años, sino uno solo. ¡Qué injusticia!... Yo le digo a Sudre que este es el pago que le dan por defender en el Senado a la Compañía como él la defiende, contra viento y marea. Me pongo nerviosísima los días de viaje.

Pepe, desde que dejó por la cesantía de ir a la biblioteca del Senado, dedicó las tardes a hacer compañía a su padre, y entonces comprendió que su madre y su hermana habían roto todo lazo que las sujetase al hogar.

Palabra del Dia

rigoleto

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