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Actualizado: 18 de junio de 2025


El dia de Natividad le tomó al Emperador el juramento de fidelidad, y con esto le dió la dignidad de Megaduque del Senado, y le dió la vara dorada, invencion nueva del Emperador, y le vistieron al modo y uso de Senador, con que dejó sus navíos, y se fué á posar á Cosmidio donde estaban sus Catalanes, que algunos de ellos fueron tambien honrados con títulos y mercedes grandes; y desde entónces Berenguer tuvo grandes autoridad con los privados, y en los consejos de Andronico.

Pero él juró que había salvado a la República y el Senado le declaró, con justicia, Padre de la Patria". El profesor de Derecho Romano por poco no se levanta para abrazarte. Después de recordar ambos otras incidencias de la pasada vida estudiantil, Julio le invitó a contar el motivo de su preocupación.

Al caer la tarde se dirigió á la vivienda del Gentleman Montaña. Después de salir del Senado había pretendido sin éxito alguno hablar con el presidente del Consejo Ejecutivo. Su personalidad gloriosa parecía disolverse así como iba decreciendo la curiosidad simpática por el gigante. Las gentes volvían á no conocerle. Varios periodistas pasaron junto á él sin pedirle su opinión.

Los altos señores del Consejo me designaron para ocupar dicho sitio. El Comité ha sido disuelto esta mañana, por ser ya innecesario contestó el otro . Puede usted leerlo en los periódicos. Tuvo que retroceder Flimnap á la capital, paseando por sus principales avenidas mientras esperaba con impaciencia la hora de la sesión del Senado.

Ahora bien; si el verdadero inconveniente de los diputados filipinos consiste en el olor á igorrotes que le ponía tan inquieto en pleno Senado, al aguerrido general Sr. Salamanca, el Sr. D. Sinibaldo de Mas, que ha visto de cerca á los igorrotes y ha querido vivir con ellos, puede afirmar de que olerán, cuando peor, como la pólvora, y el Sr. Salamanca, sin duda, no tiene miedo á ese olor.

El duelista de la derecha: M. de Cassagnac; el de la izquierda: M. Perrin. La tribuna de la prensa estaba debajo de la del cuerpo diplomático. En la misma fila están las destinadas a la presidencia de la República, a los presidentes de la Cámara y Senado, a los miembros del Parlamento, etc: todos los dignatarios tienen su tribuna especial.

Si en alguien está plenamente justificado el producir este cambio en el propósito de los juegos, es sin duda en doña Emilia Pardo Bazán, la cual no puede, como los mantenedores varones, hablar en el Senado o en el Congreso y exponer allí las reformas que anhela introducir en el gobierno del Estado para regeneración de la patria.

En una librería alineábanse los tomos de las Sesiones del Senado, juntos con memorias, estadísticas y aranceles; volúmenes imponentes por el tamaño, impresos a expensas del Estado.

Maltrana, como si resumiese en su persona a toda la comisión, se inclinó con el aire bondadoso de un buen príncipe. ¡Ya que el honorable Senado lo reclamaba con tanta insistencia!... Pidió una tiza el primer oficial, y con la rapidez de una larga costumbre, dibujó en el suelo el contorno de un cerdo panzudo.

Las muchachas portadoras de las literas del Consejo eran enviadas después á gobernar alguna provincia lejana. Pasaron igualmente las literas de los presidentes del Senado y de la Cámara de diputados, y á continuación la del rector de la Universidad, que tenía la forma de una lechuza y era llevada á brazos por cuatro profesores auxiliares.

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