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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Tornó ella a sonreir, sacudiendo sobre su frente las crenchas rebeldes del cabello; después, muy ansiosa, volvió a preguntar: Y tú..., ¿quién eres? Otra vez dijo la voz, convencida: El amor. Y el amor fué a buscar, sediento, un beso en los labios preguntones de la muchacha. Pero ella le detuvo con un breve gesto de mujer, lleno de gracia, ordenándole: Espera....
El kaiser de la cultura ha trabajado años y años en el montaje y engrasamiento de un organismo destructivo como nunca se conoció, para aplastar á toda Europa. El ruso es un cristiano humilde, igualitario, democrático, sediento de justicia; el alemán alardea de cristianismo, pero es un idólatra como los germanos de otros siglos.
Su vista fué para él lo que la sombra para el peregrino cansado, lo que la fuente para el sediento, lo que la luz para el ciego. Y ebrio de placer, y de amor, y de alegría, y de esperanza, abrazó á doña Clara y la besó en la boca. Quevedo miraba aquello con una triste gravedad. ¡El alma de los jóvenes! dijo ; ¡humo que agita el viento en el cielo de la esperanza! Helos curados á los dos.
35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui huésped, y me recogisteis; 36 desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí. 37 Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos? ¿O sediento, y te dimos de beber?
Cuando la nuez o semilla es muy tierna, contiene un flúido insípido y claro, que hace las veces de agua para el sediento viajero en los bosques, pero que, como sucede con el del coco, se torna pronto lechoso y adquiere un sabor dulce.
Pero Lituca, de rodillas y rezando, como su madre, volvía rápida a clavar la vista en el crucifijo, como el sediento caminante los labios en el caño de una fuente, y así refrigeraba y fortalecía su espíritu en cada desfallecimiento que le causaba aquel incesante batallar de la muerte para acabar con una vida que también había sido risueña y juvenil como la suya.
De pronto, como el peregrino sediento que escucha un vocerío de caravana más allá del horizonte, el morisco inclinó todo su cuerpo, hacia el costado, y llevándose la mano al oído, aguzó su atención. Ramiro creyó distinguir entonces una voz como lejana, un canto sigiloso y triste. Era, sin duda, la voz del almuédano, la convocación exterior del idzan, en algún terrado vecino.
Los mozos se pusieron serios y quisieron salir para castigar al insolente; pero Quino, ilustre siempre por su prudencia, les previno que tal vez fuese una piedra extraviada y no dirigida á aquel sitio y que sería mejor aguardar á que secundasen. Todos escuchan con respeto estas juiciosas palabras y las aprueban. Pero el belicoso Bartolo, sediento siempre de pelea, no pudo contenerse.
Tuzaní se precipita por en medio de las llamas en la habitación de Clara; pero la encuentra moribunda, herida por la mano de un soldado. Sediento de venganza, corre al campamento cristiano; observa que un soldado tiene un collar, que reconoce como joya de su amada, deduciendo, de esta circunstancia, que este soldado es el asesino de Clara; por cuya razón lo mata.
Porque estas dos damas fueron caprichosas pervertidas, y estaban cansadas de darse a quien quisiera disfrutarlas; mas Cristeta era la juventud no estrenada, la belleza por nadie poseída, que espontáneamente se le brindaban en el silencio de la noche, como en la soledad de un campo se ofrecen al sediento peregrino los jugosos racimos de la vid.
Palabra del Dia
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