Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 20 de octubre de 2025


Tomándola el cristal, echola encima un manto y trájola con presteza la estufilla de martas, donde Beatriz introdujo una y otra manita, remedando el empaque de las señoras.

Y vean ustedes cómo, por medio de ficciones novelescas y de caprichosos artificios, hemos venido insensiblemente á saber cuál es, sobre poco más ó menos, la existencia de todas las señoras y señoritas de una de esas ciudades..... La casa, la familia, la iglesia, y alguna vez el campo: he aquí su universo.

Hay que decir de paso que doña Lupe estaba algo desilusionada, pues había creído que Guillermina iba siempre a sus visitas benéficas con un regimiento de señoras. «¿Pero dónde están esas damas distinguidas de que hablan los periódicos? Por lo que voy viendo, aquí no viene más dama que yo». Viendo Fortunata que Mauricia se dormía profundamente, salió a la sala. No había nadie.

Es cierto que no he dejado en él señal ninguna porque creí que no subiría nadie, pero estas señoras son testigos de que he venido ocupándolo desde Valladolid. Las señoras corroboraron el aserto con un murmullo y una inclinación de cabeza.

Acaeció, no obstante, lo que era de esperar: allá al final del cuarto acto, cuando el tenor avanza hasta las candilejas para expresar con algún do de pecho la emoción que le embarga, y las señoras se levantan de sus asientos dejándose poner los abrigos por sus maridos, amantes o admiradores, la roja camelia cayó al suelo: la generala, con el abrigo ya puesto, se precipitó fuera del palco, sin duda para ocultar su confusión.

Todas las noches vamos de tertulia en casa de Rosita, la hija del escribano de Villabermeja, que es ahora condesa, y una de las mayores elegantas de la corte. A su casa no van, por lo común, más señoras que nosotras; pero en cambio van muchos hombres de los más distinguidos en letras, armas y política. Hay allí la mayor cordialidad. Parecen todos amigos íntimos y cariñosos.

Desesperado ya Francisco de Rivalta, mi pariente, al ver que por cerca que hubiese tenido a don Baltasar de Peralta, nunca ponerse delante de él había logrado, volviose a su casa de Sevilla, y encomendó a la Providencia de Dios el castigo de nuestro contrario; y pasó él tiempo cuidando él mi hacienda, y yo criándome, y habiendo yo cumplido seis años y él treinta, vínose al pueblo, sacome del poder de los honrados labradores que me habían criado, y púsome en las monjas de Santa Clara, y al cuidado de dos tías, hermanas de mi padre, que allí eran señoras de piso.

Y cada vez que abría la boca para hablar en su idioma, ya sabían las señoras cuál iba a ser el exordio: «dice il poeta Virgilio...». Y lo que decía il poeta era una historia leída por el obispo meses antes en cualquier periódico católico. Otra relación de cordialidad se establecía diariamente entre los diversos grupos.

Sin duda, la sociedad del tiempo de Frasquito era más bella que la coetánea, más finos los hombres, las señoras más graciosas y espirituales.

Vengan ustedes, señoritas murmuró el teniente, creyendo que se trataba de convidar a la familia García. No, estas señoras no quieren nada se apresuró a advertir la madre, clavando a su hijo a la puerta del café con una mirada elocuentísima.

Palabra del Dia

crocus

Otros Mirando