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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Estaban de monos y apenas se hablaban, señal inequívoca de pelotera doméstica. Y es que si los estados más sólidos se quebrantan cuando la hacienda no marcha con perfecta regularidad, aquella casa, hogar, familia o lo que fuera, no podía menos de resentirse de las anomalías de un presupuesto cuyo carácter permanente era el déficit.
Fuese hacia él, movido de lástima, y le preguntó lo que tenía. «Amigo le dijo Ido con voz cavernosa, mostrando su cara descompuesta , ¿ve usted cómo me tiembla el párpado derecho? Pues es señal de que me estoy poniendo malo... pero no tiene usted idea de lo malo que me pongo».
Sí, ya lo sé; tan caballero. Nunca esperé menos de ti. Hay momentos en que caballero y tonto son sinónimos dijo él. No lo creas repuso ella tendiéndole ambas manos en señal de despedida, y añadió Quien sabe amar sabe agradecer. «Ya me las pagarás todas juntas», pensó don Juan.
PELAYO. ¡San Blas! ¡San Pablo! D. TELL. No os cuelgo de dos almenas. PELAYO. Sin ser día de mi santo, Es muy bellaca señal. D. TELL. Salid luego de palacio, Y no paréis en mi tierra; Que os haré matar a palos. Pícaros, villanos, gente De solar humilde y bajo, ¡Conmigo!... PELAYO. Tiene razón; Que es mal hecho haberle dado Ahora esa pesadumbre.
Sabel, mujer, lávelo de vez en cuando siquiera.... Por las mañanas.... Vámonos, vámonos... apremió el marqués desde la puerta, como si recelase entrar junto a la mujer y el niño . Hace falta el tiempo.... Se nos va a marchar el coche. Si Sabel deseaba retener a aquel fugitivo Eneas, no dio de ello la más leve señal, pues se volvió con gran sosiego a sus potes y trébedes.
Y con tanta prisa y con tal desgaire bosquejaba la señal de la cruz sobre la frente, cara y pechos, y tan atropelladamente mascullaba un Padre Nuestro, al despedirse del santo altar, que parecía decir: «Abur, Dios».
11 Y recibió la circuncisión por señal, por sello de la justicia de la fe que tuvo en la incircuncisión, para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, para que también a ellos les sea contado por justicia;
Disparan otros muchos más, que todos los referidos: i no es su comedia otra cosa, que una junta de impropiedades, indecencias, i pasos mal avenidos; pueril la invencion; confusa, ó vulgarísima la disposicion de la maraña; i su nudo, aun sin averle apretado, mas cortado, que suelto, como si fuera el Gordiano. ¿No son todos esos disparates, clara señal de que van sus Autores á ciegas, i se atreven á esta parte de la Poesía, fiados solo en la osadia de la ignorancia?
Sin embargo, á una señal de Fortunato, los jóvenes se cogieron del brazo y salieron. Por lo menos ahora estaban seguros de que nadie conseguiría separarlos. En el salón, Roussel y Clementina se examinaban en silencio. Quien los hubiera visto en este momento, difícilmente hubiera pensado que estaban bien dispuestos el uno para el otro.
De pie en aquella triste altura, vió de nuevo su aldea nativa en la vieja Inglaterra y su hogar paterno: una casa semi-derruida de piedra obscura, de un aspecto que revelaba pobreza, pero que conservaba aún sobre el portal, en señal de antigua hidalguía, un escudo de armas medio borrado.
Palabra del Dia
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