Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 8 de mayo de 2025


Algunos momentos después se detenía junto al carruaje, y dirigiéndose al cura, le dijo: Vengo de vuestra casa, mi padrino. Paulina me dijo que habíais ido a Souvigny por la venta... Y... ¿quién compró el castillo? Una americana, madama Scott. ¿Y Blanche-Couronne? La misma madama Scott. ¿Y la Rozeraie? También madama Scott. Y el bosque... ¿todavía madama Scott?

Los otros no tenían nada que hacer, no servían para nada, y esto los ocupaba, mientras la divertía a ella; les hacía matar el tiempo a ellos y a ella también... Pero Zuzie no se reprochaba ninguna coquetería con Juan; pues se daba cuenta de su mérito y superioridad sobre los demás; comprendía que era hombre capaz de sufrir seriamente, y madama Scott no quería esto.

A caballo no va escotada; no has visto sus hombros, y eso es lo que tiene que ver... No hay nada mejor en París, por el momento.» Y así me decidí a ir al baile... y vi los cabellos rubios de madama Scott, y admiré los blancos hombros de madama Scott... y espero que los volveré a ver cuando den bailes en Longueval. ¡Pablo! dijo la Condesa, señalando al cura.

Por la noche, a buena horita, me encerraba yo en mi cuarto, metíame en la cama, y me ponía a leer. Leía yo páginas y páginas, sin parar mientes en los conceptos. En un vetusto armario me hallé varios libros: una Historia de Napoleón; no recuerdo qué obra clásica de arte militar, y ¡oh dicha! dos o tres volúmenes de Walter Scott. Tomé uno, «La Novia de Lammermoor». En pocas noches le fin.

Posee calles enteras de Londres; vastos parques donde corre el zorro perseguido por un tropel de jinetes de casaca roja que galopan entre rugidos de trompas; castillos en Escocia al borde de lagos verdes que hacen recordar las novelas de Wálter Scott; vastas posesiones en Irlanda que sirvieron algunas veces de nocturno escenario á las hazañas de los fenianos de negro antifaz.

No hablemos más de esto... no hablemos más... En suma, lo que yo quería decir, es que miss Percival me encuentra muy bonito, muy gracioso, muy entretenido; pero en cuanto a tomarme a lo serio... jamás me tomará a lo serio esa personita. Voy a lanzarme sobre madama Scott, pero sin gran confianza... Mira, Juan, yo me divertiré mucho en esta casa; pero no sacaré ningún provecho de aquí.

¡Y qué lindos dibujos hace! ¿Te acuerdas, Harry, de aquel gran polichinela tan raro, con su bastón? Y el gato, también había un gato, como en Guignol. Los niños se alejaron hablando de su amigo Juan. Decididamente dijo M. Scott, todo el mundo lo quiere en esta casa. Y vos haréis otro tanto, cuando lo conozcáis responde Bettina.

Madama Scott, al ver entrar al cura y a Juan, se levantó a recibirlos: Cuán amables sois dijo, señor cura, en haber venido, y vos también, señor... Me alegro tanto de volver a veros a vosotros mis primeros, mis únicos amigos en este país. Juan respiró. Era la misma mujer. ¿Queréis permitirme que os presente a mis hijos?... Harry y Bella, venid.

Yo registré por todos los rincones y encontré varios libros de Walter Scott y los Poemas de Ossian, de Macpherson. Los sequé en el comedor, delante de la chimenea; les compuse la pasta y se los di a la hija del capitán. ¿Dónde los ha encontrado usted?-me preguntó ella. -Ahí, en la biblioteca. Debe haber más. Efectivamente, encontré muchos otros.

El castillo de madama Scott tenía la puerta franca; las invitaciones no se recibían para una noche, sino para todas las noches, y Pablo, con entusiasmo, se encaminaba allí todas las noches. Su sueño se realizaba. ¡Hallaba a París en Longueval! Pero Pablo no era tonto ni fatuo.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando