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Como las estancias son el nervio principal que asegura la subsistencia de los pueblos, se ha puesto en ellas y se pone el principal cuidado; y en efecto se ha conseguido el que las más estén en un ventajoso estado comparadas con el que tenían ahora diez años; y, aunque se admire el buen gobierno que ahora tienen respecto al que entonces tenían, ¿quién negará que es perjudicialísimo el crecido número de indios que hay en cada estancia?

Hacía de esto sesenta años, y por el respeto con que me hablaba el buen hombre, comprendí la impresión que debió de causarle aquel francés de 1806, algún gracioso Oswaldo del primer imperio, con su pantalón colán, sus botas con arrugas en la caña, un gigantesco schapska y atrevimientos de vencedor. Si el barquero del Starnberg vive todavía, dudo que admire tanto a los franceses.

Llegamos en fin á un claro muy estrecho, que parecía coronar la cumbre de esta colina: allí admiré, no sin emoción, la sombría y monstruosa mesa de piedra, sostenida por cinco ó seis trozos de mármol que medio enterrados forman una caverna verdaderamente llena de un horror sagrado.

Procurad también que, leyendo vuestra historia, el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla.

Yo amo todo lo que vive: las personas, los animales, las flores. ¿Qué es al lado de esto el amor entre hombre y mujer, que las gentes consideran el único amor y no es mas que el egoísmo de dos seres apartados de sus semejantes, viviendo sólo para ellos?... Mi amor también es un egoísmo, lo reconozco; tal vez algo peor: un orgullo. ¡Si usted conociese mis alegrías cuando he salvado de la muerte á uno de mis flirts, á uno de esos pobres heridos que no veré más!... No me admire, príncipe, no me compadezca.

Aquí te tengo dentro del puño, y para que no vuelvas a marcharte, jugando, al caos del olvido, te pongo en esta gaveta de mi cerebro, donde dice: Subvención personal... Permítame Su Señoría que me admire de la despreocupación con que Su Señoría y los amigos de Su Señoría confiesan haber infringido la Constitución... No me importan los murmullos.

Tiene usted muchas atenciones con nuestra pobre vecina. Mi madre le está muy reconocida á usted. ¿Y la hija de su señora madre? dije yo sonriendo. ¡Oh! en cuanto á , yo me exalto menos fácilmente. Si tiene usted la pretensión de que le admire, es preciso tener la bondad de esperar aún un poco de tiempo.

Contemple usted y admire, Isidro. Ahí tiene a uno de los grandes sacerdores del culto amarillo, que se prepara a oficiar. Señalaba con los ojos al banquero, majestuosamente arrellanado en su sillón, con una rica piel junto a los pies a pesar del calor.

Al contrario, bueno es que ostente la hermosura, que es obra de Dios; y la mujer que se esconde y no sale, impide que se admire una obra de Dios, cual es la hermosura. Esa joven es un ejemplar prodigioso de las hechuras de Dios, y haciendo que todos la vean es como se publican las alabanzas del autor de tantas maravillas.

No extrañe usted que me admire de su urbanidad, pues vivimos en una época en la cual se puede decir que no hay caballeros.... ¿Por ventura es usted el que estaban esperando? , señora, me esperaban... indicó Salvador por decir algo.