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Actualizado: 6 de junio de 2025


Su primer impulso fué denunciarla. Luego se arrepintió, por los escrúpulos de una caballerosidad absurda... Además, tendría que explicar su pasado á los jefes de Brest, que apenas le conocían. Estaba lejos aquel marino de Salónica que sabía comprender los errores pasionales. Quiso vigilar por mismo, y en la tarde se fué á tierra.

El telégrafo lo mantuvo en contacto con las instrucciones llegadas de tierra. Gibraltar le aconsejó que navegase pegado á la costa de África; Malta y Bizerta le indicaron que podía seguir adelante, por estar el paso entre Túnez y Sicilia limpio de enemigos. Del lejano Egipto vinieron á su alcance avisos tranquilizadores mientras navegaba entre las islas griegas con la proa hacia Salónica.

Los habitantes de la costa valenciana iban con los moros andaluces, en el siglo VIII, á llevar la guerra al fondo del Mediterráneo, y se apoderaban de la isla de Creta, dándole el nombre de Candía. Desde este nido de piratas eran el terror de Bizancio, tomando por asalto á Salónica y vendiendo como esclavos á los patricios y las damas más principales del Imperio.

Tal vez le vigilaban discretamente y no le perdían de vista hasta convencerse de su completa inocencia. Pero esta vigilancia que él presentía nunca se hizo sentir ni le acarreó molestia alguna. En el tercer viaje á Salónica, el capitán de navío le vió una vez de lejos, saludándole con su grave sonrisa. Y no supo más del espía.

Alineados junto á los muelles, dormitaban, esperando entrar en funciones, los navíos-hospitales, trasatlánticos más dichosos, que retenían aún cierta parte de su antiguo bienestar, blancos, limpios, con una cruz roja pintada en los flancos y otra en las chimeneas. Algunos de los transportes habían llegado á Salónica milagrosamente.

Es triste tener que matar á una persona de su sexo. ¡Matar á una mujer, y además una mujer hermosa!... Pero sin embargo, resulta preciso... Creo que la fusilarán de un momento á otro. El Mare nostrum hizo otro viaje de Marsella á Salónica. Buscó en vano Ferragut antes de partir nuevas noticias de Freya en los periódicos de París.

La primera tarde que encontró en el café de la Cannebière á su contertulio el viejo capitán, fué encaminando la conversación hábilmente hasta poder formular con naturalidad la pregunta que llevaba en su pensamiento: «¿Qué había sido de aquella Freya Talberg que tanto preocupaba á los periódicos antes de salir él para Salónica?...» El marsellés tuvo que hacer un esfuerzo para acordarse.

Eran las bocas de las calles en pendiente, que se remontaban colina arriba, á través de los barrios griegos, mahometanos é israelitas, basta llegar á una meseta cubierta de altos edificios entre las agujas obscuras de los cipreses. La diversidad religiosa del Mediterráneo oriental erizaba á Salónica de cúpulas y torres.

El tercer viaje, en pleno invierno, fué muy duro, y al final de una noche lluviosa, cuando las sutiles palideces del alba empezaban á sacar de la sombra los contornos todavía esfumados de la realidad, el Mare nostrum llegó á la rada de Salónica. Sólo una vez había estado Ferragut en este puerto, muchos años antes, cuando todavía era de los turcos.

Todo el ejército aliado de Oriente, volviendo de la sangrienta y errónea aventura de los Dardanelos ó procedente de Marsella y Gibraltar, se iba amasando en torno de Salónica. El Mare nostrum fondeó ante los muelles, repletos de cajas y fardos. La guerra daba á este puerto una actividad mucho más grande que la de los tiempos tranquilos.

Palabra del Dia

rigoleto

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