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Actualizado: 26 de mayo de 2025


El personaje que acompañaba al mariscal de Grammont, que vino á la corte de España el año de 1659, como enviado extraordinario de Luis XIV, habla en una carta á su hermana de una fiesta que se celebró en el palacio antiguo ó alcázar en honor de este enviado . «Lo mejor de todo, escribe, y lo que yo dejo para lo último como bocado más sabroso, es la comedia que fué ayer por la noche representada.

Salaba los jamones con singular habilidad. El adobo con que preparaba los lomos antes de freírlos en manteca era sabroso y delicadísimo, y teñía la manteca de un rojo dorado que hechizaba la vista, daba delicado perfume y despertaba el apetito de la persona más desganada cuando entraba por sus narices y por sus ojos.

La perspectiva de las bolas de morisqueta, sabroso pan del indio, se le atragantaron antes de probarlas, poniendo en su vista proa á la mural ciudad. A Enriqueta, le cumpliré mi palabra mandándole el primer ejemplar que salga de la imprenta: el Reverendo Padre á quien tuve ocasión de tratar sigue soltando nudos á su cordón, gastando fósforos, y hablando por supuesto en ... bicol.

Tambien dirè de aquel duro flagelo, Que Dios al mundo diò por su pecado, El Drake que cubrió con crudo duelo Al un polo y al otro en sumo grado. Trataré de castigos, que del Cielo Parece nuestro Dios nos ha enviado: Temblores, terremotos y señales Que bien pueden juzgarse por finales. En todo hallará bien, si lo quisiere, A su gusto el lector, gusto sabroso.

Piensan que con los hijos de Mahoma se iría el lucrar y el sabroso vivir, y sus tierras se cubrirían de hierbas malignas.

Contra la sentencia del Dante, tan a menudo citada, no siempre es doloroso, sino sabroso y dulce, el recuerdo de la edad feliz, de los amores juveniles y de los triunfos y venturas que entonces se lograron. Doña Beatriz, en su vejez y en su aislamiento, se sintió consolada al ver y al hablar a su glorioso deudo. Animada fue la conversación que con él tuvo.

Aspiraba con delicia el fresco y sabroso aroma de las ramas de pino, y del heno que se enredaba en ellas, que cubría el barandal del presbiterio y que ocultaba el pie de los blandones. Veía después aparecer al sacerdote revestido con su alba bordada, con su casulla de brocado, y seguido de los acólitos, vestidos de rojo con sobrepellices blanquísimas.

Aunque los estudios y las cavilaciones le amargaran, en el fondo de su alma quedaba siempre, como en la caja de Pandora, un bálsamo dulcísimo, la esperanza; y entonces la vocecilla burlona, cual si tuviera empeño en trocar sus ideales por ídolos, le decía: «La esperanza es el manjar más sabroso de la tierra, pero es también el menos nutritivo

26 En esto me desperté, y vi, y mi sueño me fue sabroso. 27 He aquí vienen días, dijo el SE

Y luego otro día, teniendo yo rezumando mi jarro como solía, no pensando el daño que me estaba aparejado, ni que el mal ciego me sentía, sentéme como solía, estando recibiendo aquellos dulces tragos, mi cara puesta hacia el cielo, un poco cerrados los ojos por mejor gustar el sabroso licor, sintió el desesperado ciego que agora tenía tiempo de tomar de mi venganza, y con toda su fuerza, alzando con dos manos aquel dulce y amargo jarro, le dejó caer sobre mi boca, ayudándose, como digo, con todo su poder, de manera que el pobre Lázaro que de nada desto se guardaba, antes, como otras veces, estaba descuidado y gozoso, verdaderamente me pareció que el cielo con todo lo que en él hay, me había caído encima.

Palabra del Dia

bagani

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