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Á pocos pasos, enfrente de nosotros, estaba la taberna; y en su portal, dos reses desolladas colgadas de una gruesa viga, eran el centro alrededor del cual giraba entonces el pueblo entero, en busca de un pedazo de carne, sabroso regalo con que se celebraba entre aquella gente la fiesta del patrono.

Antes de desembaynar el papel, significaré lo que confio de su buen juyzio y conocimiento, causa de haverme determinado á darle este primer trabajo, este amado y unico hijo de mi entendimiento. »MAESTRO. Por lo menos no será muy sabroso manjar el que pide tanto saynete. Introducion con tan larga arenga fuera para mi sospechosa.

Al verlos venir del bracero, a lo largo de una vereda, la monja se santigua: ¡Jesús, María y José! ¿Estoy soñando? ¿Qué milagro es éste? No es sueño, no. Es realidad. Y añade, ya al par de ellos: Gracias a Dios que se han reconciliado ustedes. El Señor les ha tocado en el corazón. Nada hay más sabroso que el perdón, sobre el resentimiento.

La misma grande semejanza con las de Lope se echa de ver en todas las comedias del poeta ecijano: las fuentes, unas; iguales los procedimientos; igualmente rica la dicción; análogo el nervio en lo dramático; parecidísimas las gracias en lo festivo, e idéntica en ambos la propensión a avalorar lo propio entreverándolo con todos los elementos del folklore nacional; aquí, con la conseja vulgar y la tradición legendaria; allá, con el refrán hábilmente desleído y glosado en cuatro o seis versos; acullá, con la vieja cancioncilla histórica, que siempre, por lo grata, parece nueva a los oídos españoles; y en otro lado, en fin, con el sabroso cuentecillo popular, picante sin demasía.

España es un país de pirueta, de azar y de aventura, y los mendigos son una rancia y pintoresca representación. En la patria de los pedigüeños, donde todos somos un poco mangantes, el mendigo es perfectamente respetable. Hay en nosotros un sabroso anhelo de tomar el sol tranquilamente, esperando el milagro del pan y de los peces en forma de destinejo oficial o de «combinación» lucrativa.

Llevando cada cual un bocado sabroso al festín de la murmuración pasaban dulcemente las horas, amigos allí, distantes unos de otros en el comercio de la vida ordinaria. Rubín, al verse vencido, pues hasta el agente de Bolsa, que era el más libre-pensador de todos, se cayó del lado de Pedernero, buscaba camorra, empleando argumentos de mala fe y personalizando la disputa.

Cuando me esfuerzo por contemplar como indivisible en el objeto sabroso, me esfuerzo en vano; y si por un momento me parece que llego á vencer el instinto de la naturaleza, todo se me trastorna: con el mismo derecho que hago de la fruta una cosa indivisible lo hago del universo; y el universo indivisible no es para el universo; mi inteligencia se confunde, todo se aniquila al rededor de : sufro algo mas que la vista del caos; el caos se me presenta al menos como alguna cosa, bien que con horrible confusion de elementos en espantosas tinieblas; pero ahora sufro algo mas, pues el universo corpóreo, tal como le habia concebido, vuelve á la nada.

Hubo, sin embargo, una circunstancia que vino á ponerlos al cabo en descubierto. Aconteció que una muchacha de trece años de edad, hija de un Manuel Cito, cuya familia se componia de su muger y de esta sola niña, habiendo muchas veces oído hablar del gusto sabroso que da la sal á los alimentos, concibió el deseo, y con este el proyecto, de procurarse esta sustancia.

En un principio la hermandad lo compraba todo; mas como las compras salían caras, la asociación estableció un pequeño obrador donde recibía a las jóvenes que, hallándose sin trabajo, querían coser a menor jornal que para tiendas o particulares: el obrador, pequeño, bien dirigido y mejor administrado, trocose pronto en taller grande, de modo que al año quedaron enlazados en sabroso nudo la piedad y el lucro, viniendo a ser aquello una santificación del trabajo.

De esta suerte puede afirmarse con fundamento que la Minerva griega salió grande y armada, del cerebro de Homero; esto es, que filosofía, historia, ideas religiosas y políticas, artes de la guerra y de la paz, teatro, todo, en una palabra, se muestra, no ya sólo como germen fecundo, sino como flor que va a abrir el cáliz y a dar fruto sabroso y semilla abundante, en los versos divinos, de la Ilíada y la Odisea.