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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Y entonces me acomete esa curiosidad que inspiran todos aquellos que, viniendo de muy abajo, subieron mucho: los grandes artistas, los reyes del oro, los exploradores que violaron el secreto de las cumbres inaccesibles... y que se traduce en esta pregunta: Diga usted, usted que trepó tan arriba: ¿qué piensa usted del mundo? ¿Hay, en efecto, horizontes que yo no sabré nunca? ¿Qué conoce usted que yo no haya visto?
Si se ha intentado el crimen, por lo que sucede... es decir... por lo que no sucede, es casi seguro que ese crimen se ha frustrado... si ha habido crimen, estoy seguro que estáis inocente de él... se os conoce... y á más... yo os conozco hace mucho tiempo; por dinero sois capaz de engañarme y de engañar á todos los que os paguen; de servir á personas enemigas, las unas contra las otras, á un mismo tiempo... pero no cometeríais un asesinato por dinero... estoy seguro de ello... callad, pues, acerca de este atentado; yo lo averiguaré todo, sabré lo que hay de cierto y castigaré á quien deba castigar.
»Navega pues, supuesto que es preciso, frágil barquilla mía; ve a desafiar la tempestad. Afortunadamente yo seré tu piloto; yo sabré gobernarte y no te abandonaré a merced de las olas. »¿Qué sería de mi vida, pobre hija mía, si te abandonara yo?
Tranquilízate dijo Lázaro, viendo en el tono de su amiga los síntomas de un nuevo delirio. Ya no volverás á casa de esas fieras. Yo estoy aquí; tú te has creído abandonada, mientras yo existía. No sé si tengo la culpa de, esto; si la tengo, descuida, que sabré remediarlo. ¡Y yo que no he vivido sino por ti, que te he tenido por guía y por inspiración de todos mis actos!
No le encontraré en la calle, porque vendrá a mí con los brazos abiertos aunque me haya visto ayer; se enganchará de mí, me preguntará de mi salud, de mis hijos, de mis comedias, de mis artículos, de mis... Pero líbreme, aunque sea el Diablo, de una mujer amable; nunca sabré si me quiere o si me estima, si es bien criada o tierna, si... ¡Válgame Dios! y líbreme, aunque sea el Diablo, de una mujer amable: ésa me volvería loco.
Liette se puso la mano en la frente cargada de pensamientos. ¿Le ha preguntado a usted sobre Carlos? Sí, indirectamente y con cierta acritud, no se lo disimulo a usted. Y usted, ¿qué le respondió? Nada o poco más; y se marchó muy contrariado. Aquí tiene usted una complicación imprevista, amigo mío. Siento que Carlos esté aquí. Pero no importa; si se trata de su dicha, yo sabré defenderle.
Bueno... el casamiento ante todo; que, después, ya sabré librarme de él. Había que tragar todavía una píldora bastante gorda. Convencer a Lotario de que el viejo había reconocido su error y renunciaba a seguir el pleito. Eso anduvo como sobre rieles. Lotario se sorprendió tan poco que se olvidó de agradecérmelo... ¡En fin, qué quieren ustedes!
Son cerca de las nueve, y no se ha presentado todavía. Puede ser que en la casa de mi señor hermano, que tenía costumbres polacas, cultivaran el hábito de quedarse en la cama hasta las doce ¡pero en una casa bien manejada como la mía, no habría que pensar en eso, Adalberto! Yo sabré poner orden. No comprendo, mi querida Enriqueta, por qué me diriges los reproches que son para tu sobrina.
Perla brillante, aunque escondida En lo profundo del mar estés, Yo sabré hallarte, bien de mi vida, Para que excelso premio me des. Poldy oyó atentamente los versos y habló de ellos con su hermano y hasta los juzgó con aparente frialdad crítica, concediéndoles algún mérito y señalando sus muchos defectos.
Todos abatidos, todos apocados, ¡menos él! «Esto de arruinarse decía papá, tiene sus ventajas: ahora contaremos los amigos; ahora sabré si la fortuna se me entregó por capricho o porque supe merecerla.» Volvimos a ser relativamente ricos.
Palabra del Dia
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