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Actualizado: 13 de junio de 2025
Deben haberse perdido muchas de tus cartas, lo que no es extraordinario, pues hasta los últimos años he ido de un lugar á otro, sin echar raíces. Algo supe, sin embargo, de tu vida. Creo que te casaste. Torrebianca hizo un gesto afirmativo, y dijo gravemente: Me casé con una dama rusa, viuda de un alto funcionario de la corte del zar... La conocí en Londres.
Aquí vive para ellos la esperanza, sin la cual resulta intolerable la existencia... No hay más que hacer memoria de nuestro origen: usted es rusa, Federico italiano, Watson de los Estados Unidos, yo español. Fíjese también en la procedencia de nuestros habituales visitantes: cada uno es de una nacionalidad distinta. Lo que yo digo: ésta es la tierra de todos.
Sus sables, sus uniformes y hasta una silla rusa de montar figuraban en este salón convertido en museo del difunto. ¡Ha muerto como lo que fué! gemía la viuda . Le han matado sus heridas. En este período se inició la última evolución de la grandeza de don Marcos Toledo. El sabio ruso había quedado en segundo lugar.
Y sin embargo, usaba barba, una barba recortada á flor de piel en las mejillas y formando sobre el mentón una punta corta y aguda. El capitán presintió que era un marino. En la flota alemana, en la rusa, en todas las marinas del Norte, los oficiales que no iban rasurados á la inglesa usaban esta barbilla tradicional.
La juventud rusa, todos aquellos aristócratas que tenían grados en la Guardia Imperial o altos puestos en la administración, hablaban con entusiasmo de la hermosa española y envidiaban a Selivestroff. El conde recordaba con melancolía la soledad de su castillo, guardadora de tantos recuerdos amorosos.
Después la había admitido forzado por ella, por secundarla, por salvarla, cuando la rusa creía aún salvarse por ese medio.
En una de sus muchas vidas anteriores había sido una reina desgraciada y hermosa; la mas «romántica» de las reinas. El alma de Nadina Lubimoff, princesa rusa, vivía ya siglos antes en el cuerpo de María Estuardo. Siempre sentí una predilección especial por la historia de la reina infeliz. Ahora me explico cómo al ver á sir Edwin en Londres me enamoré inmediatamente de él de un modo irresistible.
Una mitad de la aristocracia rusa es alemana; alemanes los generales que más se han distinguido acuchillando al pueblo; alemanes los funcionarios que sostienen y aconsejan la tiranía; alemanes los oficiales que se encargan de castigar con matanzas las huelgas obreras y la rebelión de los pueblos anexionados.
Y á su esposa, ¿la conoce usted también hace mucho tiempo?... El maligno personaje sonrió al enterarse de que Robledo la había visto por primera vez unas semanas antes. ¿Rusa?... ¿Cree usted verdaderamente que es rusa?... Eso lo cuenta ella, así como las otras fábulas de su primer marido, Gran Mariscal de la corte, y de toda su noble parentela.
Los Torrebianca se han quedado con el dinero que dió Fontenoy para las verdaderas; ó han vendido las verdaderas, sustituyéndolas con falsificaciones. La mujer acogió con un suspiro el nombre de Fontenoy. Ese hombre está próximo á la ruina. Todos lo dicen. Hasta hay quien habla de tribunales y de cárcel... ¡Qué rusa tan voraz! Sonó una risa incrédula del hombre.
Palabra del Dia
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