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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Ferpierre llegaba así por una parte, a la confirmación de los razonamientos que se había hecho ya; pero, por la otra, se sentía inducido a considerar agravada y en mucho la condición de la Natzichet. Al ver que Zakunine no era enteramente suyo, que por amor, o por compasión, o por respeto, o por interés, pertenecía aún a la Condesa, podía la rusa haber odiado a ésta última.

Su cólera contra la corte rusa, que se había ido aglomerando de un modo inconsciente desde su lejana expulsión de Petersburgo, estalló ahora á impulsos del egoísmo. El zar y sus consejeros, deseosos de rusificar toda la Europa oriental, eran los culpables de la guerra.

Y si a Cristóbal de Castro, autor de Rusia por dentro, le han nombrado gobernador de Ávila, ha sido cuando ya no le cabía a nadie la menor duda de que ni Cristóbal de Castro había llegado nunca a Rusia ni sabía una palabra de ruso. Ignoro en qué artículo de nuestro Código penal se condena la ciudadanía rusa, y por eso no le doy el número al Sr. Weissbein.

Apenas bebo un poco, me asalta el recuerdo de mi vecino el hombre lúgubre y quiero averiguar el misterio que guarda en el camarote inmediato. Había hablado a sus compañeros de esta novelesca vecindad, dando por real e indiscutible todo lo que él llevaba en su imaginación. Una gran señora, princesa rusa o archiduquesa austriaca en esto dudaba Maltrana , venía prisionera en el buque.

No se movió el monóculo de su órbita, pero un temblor ligero de sorpresa parecía rizar su luminosa convexidad. La doctora se apresuró á responder: El conde es un diplomático ilustre que está ahora con licencia, cuidando su salud. Ha viajado mucho, pero no es marino. Y continuó sus explicaciones. Los Kaledine eran una noble familia rusa de tiempos de la gran Catalina.

O la humanidad era más boba y simple en los pasados siglos que lo es en el día, o no hay tal superioridad en las novelas rusas y francesas de ahora. ¿Dónde está la novela de ahora, rusa o francesa, a la que pueda nadie prometer, no la perpetua juventud, no la vida inmortal que tiene el Quijote, sino la longevidad gloriosa y el favor popular de que gozó durante dos o tres siglos el Amadís de Gaula?

Cierto que el hombre es un ser débil, insuficiente, que apenas puede soportar ocho comidas diarias; pero la indigestión no proviene de comer mucho, sino de comer mal... Déme usted un cocinero de primera fuerza, de raza, d'élans, y yo le garantizo salud eterna... ¡Oh, bien lo entendía el príncipe Orloff con su ojo tuerto y su brazo manco!... Yo le he visto en París elegir cocinero en público concurso; acudieron diez a su palacio de la embajada rusa: yo fui del jurado, y probamos, antes de fallar, ciento cuarenta platos . ¡Ah!, no, no, Martínez; no es el comer mucho, lo que trae la indigestión... Mi santa madre lo decía: Tripa llena, alaba a Dios.

El prurito de contemplar y recrearse con las altas montañas sobre cuya cima el pensamiento del hombre, como las nubes del espacio, reposa de sus fatigas, encuentra dulce satisfacción en la montaña rusa.

El capellán, en tanto, escudriña en la sombra con recelosa previsión. De pronto da una gran voz, grande y estentórea. ¡Falta la lámpara! ¡Trágame, tierra! ¡No han sido lechuzas las que entraron aquí, fueron lobos! ¡Ni una luz que alumbre tu sepultura, pobre Rusa! ¡Nada han dejado! ¡Rusa, pide por y por esos ladrones que bebieron la leche de tus pechos! ¡Son nuestros hijos, María Soledad!

El coronel se mostró asombrado al principio de las magnificencias y derroches de la vida rusa; luego acabó por encontrarla regular, como si estuviese acostumbrado á algo semejante desde su niñez. «Piensa, hijo mío, en el nombre que llevas escribía la princesa . No lo deshonres.

Palabra del Dia

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