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No, señor: ese es mucho lujo para nosotras, dijo sonriendo tristemente: cuando se ha trabajado mucho, y sobre todo, cuando, se está acostumbrado a ello, se duerme muy bien sobre un ruedo. De la misma manera que otros se muestran neciamente soberbios con su opulencia, Amparo se mostraba noblemente orgullosa con su miseria.

Las viejas las reclamaban con sus manos huesosas, deseando compartir el riesgo, brillando en sus ojos la vehemencia de un heroísmo agresivo. ¡Tiempos malditos de impiedad los de ahora, en que se molesta a las gentes y se atenta a las antiguas costumbres! «¡Aquí! ¡aquí!» Y agarrando los mortales chismes, los escondían bajo el ruedo de innumerables hojas de sus faldas y zagalejos.

Cuando todos estos rumores llegaron a los oídos del rey y de su hermano, ambos anhelaron obsequiar a Morsamor, ver a las dos hermosas princesas y mostrar a él y a ellas el esplendor de la capital de su reino y la fértil amenidad de los huertos y cármenes que a imitación y en competencia de Chiraz había en su ruedo y en ambas orillas del Sabaki, que desemboca en la mar a corta distancia.

Leocadia, tomando un gran buche de agua de olor, afinó entre sus dientes un chorro continuo, y, girando en torno, rociolo con maestría, desde el ruedo de la saya hasta la almidonada gorguera. Una esclava vino a anunciar que las sillas de manos esperaban en el recibimiento. Llamen a Alvarez exclamó Beatriz. Un instante después llegaba la dueña con mucho rumor de cuentas y gorgoranes.

A me es igual que os vayáis o que os quedéis le respondió aquella franca señorita, a la vez que buscaba algo con precipitación en el bolsillo. Y vos, ¿deseáis que me vaya? dijo Godfrey, mirando a Nancy, que estaba de pie junto a Priscila. Como gustéis dijo Nancy, tratando de recobrar toda su frialdad, bajando atentamente la vista hacia el ruedo de su falda.

Tengo miedo... ¡Bah! iré yo. Adriana se aproximó a la celdilla, fingió entreabrir la cortina, y volvió con una expresión maravillada. ¿Cómo está? le preguntaron. ¡Pelada! Las dos se aproximaron a su vez, caminando de puntillas; el ruedo de sus camisones se estremecía sobre los pies desnudos. Ambas, ávidamente, abrieron la cortina.

Eran setas transparentes, sombrillas abiertas de vidrio, que avanzaban por medio de contracciones. Del centro interior de su cúpula colgaba un tubo igualmente transparente y gelatinoso: la boca del animal. Largos filamentos pendían del ruedo de sus bordes, tentáculos sensitivos que al mismo tiempo servían para mantener el equilibro flotante.

Era el noble pueblo, que, indignado al no encontrar billetes para la corrida en el despacho de La Campana, ansiaba asaltarlo e incendiarlo, siendo repelido por la policía. El Nacional bajó tristemente la cabeza. ¡Reacsión y atraso! ¡Farta de sabé leé y escribí! Llegaron a la plaza. Una ruidosa ovación, un estrépito interminable de palmadas acogió la presencia de las cuadrillas en el ruedo.

Sin embargo, la adopción fué general en el mundo femenino. Ello se debe a que la moda es para la mujer como una segunda religión. Y el fanatismo en esta segunda religión se manifiesta en llevar la moda a sus términos más exagerados. Si se trata del miriñaque, darle más ruedo y amplitud que nadie; si del polisón, abultarlo más que las demás; si de la falda trabada, convertirla en manea.

Cree que he tenido un verdadero gusto en volver a verte; el gusto de convencerme de que aquello acabó. ¡Pero así te vas!... ¡Así acaba para ti una pasión que aún llena mi vida!... ¿Cuándo volveremos a vernos? No : nunca... tal vez cuando menos lo esperes. El mundo es grande, pero rodando por él como yo ruedo, hay encuentros inesperados, como este. Rafael señalaba al inmediato teatro.