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Actualizado: 23 de julio de 2025
La preciosa hija de un rey que se entretenía en lavar su ropa, imitando en esto á la Nausicaa de la Odisea, deja que las aguas del mar le roben su sortija: el hijo de la costa se lanza al agua para recobrarla y se ahoga. Llora la joven y queda convertida en el romero de la playa, tan amargo y doloroso á la vez.
Vestía levita negra y raída; en la cabeza, una gorrita, y los días de frío, un gabán viejo con esclavina. Zaldumbide bebía poco o no bebía nada. Era muy religioso. Nunca se sentaba a comer sin rezar antes el Benedicite. Tenía en su camarote una virgen peruana, con dos ramas de romero bendito debajo. Ante esta imagen rezaba con un rosario de cuentas gruesas.
La madrastra más honrada. Los novios de Hornachuelos: representóla T. Fernández. El médico de su honra: representóla Avendaño. El sastre del Campillo: representóla Manuel Vallejo. Allá darás rayo: representóla Manuel Vallejo. La Selva confusa: representóla Manuel Vallejo. Julián Romero: representóla Antonio de Prado. Los Vargas de Castilla.
Levántate, Sancho, si puedes, y llama al alcaide desta fortaleza, y procura que se me dé un poco de aceite, vino, sal y romero para hacer el salutífero bálsamo; que en verdad que creo que lo he bien menester ahora, porque se me va mucha sangre de la herida que esta fantasma me ha dado.
Ahora hay esperanzas de fundar otro, con nombre de Nuestro Padre San Ignacio, hacia el Sur, en los Zamucos, que son más de mil doscientas almas, é inmediatamente los Ugaranós, que tienen la misma gente. Dichos Zamucos, ya vimos en el capítulo XIX cómo se alzaron y huyeron dando muerte al hermano Alberto Romero y á sus compañeros Chiquitos.
Teniente Coronel urbano, D. Juan Antonio Pereira, Capitan de granaderos del segundo batallon de Patricios; el Sr. D. Estevan Romero, Teniente Coronel urbano y Comandante del mismo batallon; el Sr. D. Juan Ramon Balcarce, Sargento mayor del batallon de granaderos de Fernando VII; el Sr. D. Simon Rejas, de este vecindario y comercio; el Sr.
«El Romero y el Clavel torcieron de repente; el landó se dobló sin ruido, nos sacudió un poco, dejamos la carretera de Santianes y las ruedas rebotaron sobre la grava nueva de la carretera estrecha del Vivero; los sauces, como una lluvia de yerba suspendida en el aire, nos hacían cosquillas con las puntas de sus ramas, flotando sobre la frente como cabello movido por el viento.
Mandó Oyolas fabricar prontamente ocho bergantines y algunos botes, y dejando 160 españoles en guarda de los cuatro navios grandes, y por su capitan á Juan Romero, con racion de un cuarteron de pan para un año, y que si mas quisiesen, lo buscasen, se embarcó con 400 hombres. Como subieron navegando por el rio Paraná ó de la Plata, con los 400 soldados.
Volvió Perico demudado, temblándole las manitas, queriendo sonreír y no pudiendo... La voz le faltaba: no había llegado al parador. ¿A qué correr tras la desdicha, si salía al encuentro la esperanza?... En el camino habíale dicho Martín Romero que él tenía noticias que Juanito estaba mejor, casi bien del todo... ¿Lo ve usted?... ¿Lo ve usted? gritó la madre triunfante.
Don Paco se levantó sin pizca de celos, porque todo se convirtió en amor, y dijo: Tú me citaste una copla; no quiero ser menos; voy a citar otra, aunque tenga que llamarte en ella no por tu nombre, sino como se llama la madre de tu santo: Las flores del romero niña Isabel, hoy son flores azules, mañana serán miel. Y si han de ser miel mañana, ¿no es mejor que lo sean en este mismo instante?
Palabra del Dia
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