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Actualizado: 26 de julio de 2025


La condesa se hincó de rodillas y me dijo en voz baja y sonriendo: ¿Quiere usted rezar unas Ave-marías conmigo? Me apresuré á hincarme también á su lado. Empezó á rezar delante, muy bajo, y yo á responderle. No puedo describir la sensación deliciosa que tal oración me causó, aunque presumo que no aprovechó nada á mi alma.

Tiempo tienes, hijo, tiempo tienes de darte golpes de pecho. Lo primero es la salud». Esta noche que voy a dormir bien anunció D. Manuel con esa esperanza de enfermo que es gozo empapado en melancolía . No tengo sueño aún; pero siento dentro de un cierto presagio de que voy a dormir. Y yo voy a rezar porque descanses. Verás, verás .

La de que la madre del toro no sabe rezar. Traga-santos era hombre que se confundía y embrollaba cuando para entender las cosas necesitaba cavilar un poco. Así fué que se hizo un ovillo cuando se puso á cavilar para entender lo que el señor Cura Párroco le había querido decir con aquel cuento.

«La Virgen está conmigo» pensaba Ana en el lecho, allá en Loreto, y acababa por llorar, por rezar fervorosamente y sentir sobre su cabeza las caricias de la mano invisible de Dios; pero sobrevenía un ataque nervioso, sentía la congoja de la soledad, de la frialdad ambiente, del abandono sordo y mudo, y entonces las imágenes místicas no acudían. Hacía falta un amparo visible.

La misión de las madres sobre la tierra, termina con el día en que ven asegurada la dicha de aquellos que son sangre de su sangre. Espero rezar al pie de estos mismos altares, por iguales ceremonias, alguna vez más, porque hoy me han hablado de un buen partido para mi hermosa Susana; ¡dichoso, dichoso aquél a quien Dios tenga destinada la posesión de semejante ángel!

Allí aprendió a escribir con bonita letra, a hablar bastante bien en francés y rudimentos incompletos de muchas cosas: de coser poco, de bordar algo y de rezar mucho.

Martín no se opuso y esperó a que se preparasen para acompañarlas. Al salir los cuatro a tomar el coche y al verles Bautista desde lo alto del pescante, no pudo menos de hacer una mueca de asombro. El demandadero montó junto a él. Vamos dijo Martín a Bautista. El coche partió; la misma superiora bajó las cortinas y sacando un rosario comenzó a rezar.

¿Acaso no sabías eso, chiquilla? decía Pepa a su hermana . Pues mira que había un zagalillo que era un bendito y muy amigo de rezar: había también en el Purgatorio un alma más deseosa de ver a Dios que ninguna.

Por esto quería rezar. ¡La pobre joven encontraba a bordo tan pocas ocasiones de elevar su alma al Ser Supremo! Para rezar, se arrodilló y volvió involuntariamente los ojos hacia la línea vaporosa y azulada que ceñía el horizonte; pero no rezó.

Dio algunos pasos y se sentó en la acera al pie de la verja que rodea el jardín. Apoyó los codos en las rodillas y metió la cabeza entre las manos. Y pensó vagamente en que había llegado el último instante de su vida; y volvió a rezar fervorosamente implorando la misericordia divina. Al cabo de un rato percibió que un transeúnte se paraba delante de él y se sintió cogido por el brazo.

Palabra del Dia

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