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Actualizado: 26 de julio de 2025


Todo lo que podía sisar y hurtar traía en medias blancas, y cuando le mandaban rezar y le daban blancas, como él carecía de vista, no había el que se la daba amagado con ella, cuando yo la tenía lanzada en la boca y la media aparejada, que por presto que él echaba la mano, ya iba de mi cambio aniquilada en la mitad del justo precio.

Esta mañana se ha puesto algo mejor y hemos vuelto a la esperanza, pero me estremezco todavía al pensar que la muerte ha podido llevarse a mi padre querido en ese obscuro estado de alma que lo tiene tan lejos de Dios. Una noche en que lo estaba velando, me puse a rezar y a llorar arrodillada al lado de la cama, creyéndole dormido.

Su madre, alarmada por su estado de exaltación, se levantó y trató de llevarla a su dormitorio. Ven a tu cuarto, hija mía decíale , vamos a rezar. ¿Rezar? ¡madre mía! le dijo Juana con dureza . ¿Y por quién quiere que rece? ¿Por mi marido o por el otro?... ¿Quiere que sea hipócrita o sacrílega?

Lo por experiencia, : la soledad, el mucho rezar, las penitencias, las meditaciones, las vueltas y revueltas y dolorosos giros del pensamiento, más y más avivan en la pasión que me quema. Lo muy bien, lo veo, lo toco.

Á boca de noche, la oración, encomendando en ella á las ánimas del purgatorio para que recen un Pater noster y Ave María.» «Han de velar la ampolleta por sus cuartos, repite Escalante , y rezar y cantar el Ave María, y los buenos días

Si es así, la Nela vivirá conmigo; conmigo aprenderá a leer, a rezar, a coser, a guisar; aprenderá tantas cosas, que será como yo misma. ¿Qué pensáis?, pues , y entonces no será la Nela, sino una señorita. En esto no me contrariará mi padre.

El padre vicario nota que Pepita sueña con la madre ideal y con el hijo ideal, inmaculados ambos, al rezar a la Virgen Santísima, y al cuidar a su lindo niño Jesús de talla. Aseguro a Vd. que no qué pensar de todas estas extrañezas. ¡Conozco tan poco lo que son las mujeres!

Las mujeres de la casa que se agrupaban compungidas por la noche a rezar en alta voz, hacían la impresión de los sitiados que se preparan afanosamente a rechazar un ataque nocturno del enemigo.

Y viendo al zagalillo rezar tan de corazón, se fue a él y le dijo: «¿Me das lo que has rezado?» «Tómalo», dijo el muchacho; y el alma se lo presentó a Dios y entró en la gloria de sopetón. ¡Mira si sirve el rezo para con Dios!

Entonces cruzaba las manos, clavándose las uñas de una en el dorso de otra, para despabilarse. Quería rezar con devoción, tener conciencia de lo que pedía a Dios: no hablar de memoria. Sin embargo, desfallecía. Acordóse de la oración del Huerto y de aquella diferencia tan acertadamente establecida entre la decisión del espíritu y la de la carne.

Palabra del Dia

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