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Actualizado: 27 de noviembre de 2025


En una isla pequeña despoblada Saltando, un fuerte hace de repente: La gente Lusitana congregada Le envía á ofrecer alegremente, Que de ellos ha de ser muy regalada, Que lleve donde estan toda su gente. No quiere sus regalos, les responde, Y la plata tierra bien la esconde.

Responde con soberbia al mensagero, Mostrandole desnudo el viejo pecho, Que diga

, pero nada de nuevo... Pues yo tengo mucho de nuevo dijo el doctor Eneene con una risita maligna; el diputado aquel que nos andaba sacando el cuerpo, sin duda porque ya me tomaba olor a muerto, se ha venido a buenas y me responde de la votación. ¿Qué tal? y ahora, poco antes de llegar usted, estuvo a verme el representante de una sociedad anónima extranjera, pero yo no he querido soltar prenda todavía.

Se cuenta que cuando algún campesino que presume de muy rumboso quiere obsequiar a su novia o a la muchacha a quien va acompañando, se dirige al confitero y le pide yemas o batatas. ¿Cuántas quiere usted? dice el confitero poniendo en uno de los platillos del peso la pesa de cuarterón. Eche usted jierro responde el galán. El confitero pone la pesa de media libra.

Las puertas que defienden la mansión del milagro, ya celestial, ya infernal, están cerradas para . Llamo a ellas y nadie me responde. La reacción del orgullo venía luego a levantar su espíritu y a elevarle al extremo contrario: al mayor grado de soberbia: Ningún demonio viene y me ayuda decía porque son inferiores a , porque no pueden darme lo que me falta, porque yo valgo más que ellos.

¿Tiene V. prisa, verdad, caballero? responde el dependiente con cierta sonrisilla irrespetuosa. El sabio escribe en silencio sobre la papeleta el nombre de una obra famosa, aunque reciente, y entra en el salón principal de la biblioteca. En cada extremo de él hay un grupo de señores convenientemente separados de los que leen arrimados a las mesas.

A tal punto llegó el atrevimiento, Del bando del Irala, que casando Su hija con Vergara, por contento Y placer, un soldado suspirando En una farsa sale descontento, Y roto y pobre, y otro preguntando, Y él responde, diciéndole ¿quien era? De los leales soy, que no debiera.

«¡No sea usted malo! ¡No sea usted tan materialresponde ella, turbándose como una niña aturdida que sospecha haber sido indiscreta, y clava en el mancebo los ojos risueños, arrugaditos, que Visitación cree que echan chispas. El catalán finge que se deja seducir por aquellos ojos y en cada vara rebaja un perro chico. Visitación triunfa.

«Cuando nos hemos formado esta idea de tiempo la aplicamos á toda duracion que concebimos ó suponemos que responde á tal intervalo de revolucion regular; y por esto damos á la duracion misma el nombre de tiempo, aplicando el nombre de la medida á la cosa medida; pero sin que la duracion que se mide, sea en el fondo el tiempo con el cual se la mide, y que es una revolucion.

Y mandó a Sancho que se los diese a maese Pedro, el cual respondió por el mono, y dijo: -Señor, este animal no responde ni da noticia de las cosas que están por venir; de las pasadas sabe algo, y de las presentes, algún tanto. ¡Voto a Rus -dijo Sancho-, no yo un ardite porque me digan lo que por ha pasado!; porque, ¿quién lo puede saber mejor que yo mesmo?

Palabra del Dia

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