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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Cuando pasó la media hora, me consulté para saber si les otorgaría todavía algunos instantes: yo era entonces su providencia, y, en esta calidad, les acordé graciosamente mi protección, con una sonrisa. ¡Ojalá puedan vaciar hasta el fondo la copa del deleite! pensé, y resolví ir todavía a dar una vuelta por el jardín.
La noche que precedió á mi evasión, mientras yo temblaba por sus consecuencias, y anoche, en fin, cuando me encontré libre entre las inmensidades del mar y del cielo y en presencia de Dios, pensé en todo lo que tiene de extraño tu relato y resolví perseguir la prueba del crimen que se ha cometido conmigo. Me he convencido de que mi primer deber es rehabilitarme.
Supe que íbais á salir para el reino de Granada, y resolví seguiros. ¿Quién sabe, dije, si la vista de nuevos paises me restituirá la calma, si los grandes espectáculos de la naturaleza volverán á alumbrar mi fé estinguida, si las ruinas de los monumentos que nos legaron otros siglos encenderán de nuevo la llama de mi amor al arte?
Sin embargo, como no hay nada más voluble que una cabeza de diez y seis años, al siguiente día volviome la experanza, y clasifiqué la charla de aquellas dos señoras de murmuraciones sin alcance. Resolví observar cuidadosamente al señor de Couprat y me hallé en tal disposición de espíritu, que con el menor indicio hubiera dado cuerpo a las más fugitivas impresiones.
La noticia me produjo el disgusto que V. puede suponer; porque siempre he delirado por mis hijos: y como si aquello fuese castigo providencial o por lo menos advertencia saludable, después de grave y prolongada meditación, en que me eché en cara sin piedad, mi conducta infame y ridícula, canté sin rebozo el yo pecador y resolví obedecer a mi esposa inmediatamente.
Si seguía viaje, o me veía obligado a retroceder desde Barranquilla, en la boca del río, o si persistía en remontarlo, corría riesgo de quedar varado en él, sabe Dios qué tiempo, bajo un calor infernal y una plaga de mosquitos capaz de dar fiebre en cinco minutos. Resolví, en consecuencia, descender en La Guayra y comenzar mi tarea por Caracas.
Haré, también, algunas averiguaciones, y me cercioraré por qué medios se pueden poner estas cifras en un inglés comprensible. Pensé en ese momento en un señor Bayle, profesor de un colegio preparatorio situado en Leicester, que era un verdadero perito en estas cuestiones de cifras, claves y anagramas, y resolví no perder tiempo en ir allí y conocer su opinión. A mediodía tomé el tren en St.
Pocos dias despues se descubria, de la cumbre de la cuesta de Petaca, el extendido horizonte de unos llanos calurosos cubiertos de bosques, en cuyo centro se ve sentada la tranquila ciudad de Santa-Cruz-de-la-Sierra. El estudio de esta ciudad y de sus notables contornos ocupó mi atencion por algunos meses: pasados estos, me resolví á penetrar mas adentro en las tierras habitadas.
«Como los sentidos nos engañan algunas veces, quise suponer que no habia nada parecido á lo que ellos nos hacen imaginar; como hay hombres que se engañan raciocinando aun sobre las materias mas sencillas de geometría y hacen paralogismos, juzgando yo que estaba tan sujeto á errar como ellos, deseché como falsas todas las razones que antes habia tomado por demostraciones; y considerando en fin que aun los mismos pensamientos que tenemos durante la vigilia, pueden venirnos en el sueño sin que entonces ninguno de ellos sea verdadero, me resolví á fingir que todas las cosas que habian entrado en mi espíritu no encerraban mas verdad que las ilusiones de los sueños.
Además, allí la cosa será más rápida». Miré en torno; había un miedo tan francamente repugnante en algunas caras, que resolví ceder a la curiosidad, y después de haberme cerciorado de que, si bien no avanzábamos, no retrocedíamos ya, descendí a la región infernal. Las hornallas estaban rojas y las calderas gemían como Encélado bajo la tierra.
Palabra del Dia
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