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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Salabert era un terrible sobrestante para sus operarios, un verdadero mayoral de ingenio. No los dejaba reposar: les exigía un cuidado incesante: jamás se le daba gusto en nada. Se trataba un día de trasladar cierto armario de ébano tallado, desde el salón que iba a ser de conversación, a la sala destinada a jugar.
Eso es lo que haría, Roberto, si me hallara en tu lugar, y, si estuviera en el lugar de Marta, me echaría a tu cuello riéndome y te diría: «Ven, mendigaré para ti si no tienes pan, te daré mi seno para reposar tu cabeza si no tienes cama, y bañaré tus heridas con mis lágrimas, sufriré mil muertes por ti, dando gracias a Dios, al Señor, de poder hacerlo. ¿Ves, Roberto? ¡así es cómo me represento el amor y no como no sé qué sentimiento mezclado, en el que entra el temor de una suegra y el horror de los intereses atrasados!»
Aunque le fatigó algo su precipitada carrera, don Paco no se detuvo a reposar, sentándose en una peña, hasta que dio por seguro que se hallaba en completa soledad, casi en el yermo, sin que nadie le viese, le oyese y le perturbase.
Ruperta tomó la alpargata. Y el instrumento de muerte, terrible a los coleópteros en manos de aquel hombre, volvió a reposar suspendido en el clavo tradicional. Las horas pasaban lentas en el insomnio, rebelde al cansancio.
Pero ni aun tuvo tiempo de reposar en la vengativa injuria, o más bien lamentable engaño de doña Guiomar, porque esta, apenas hubo dicho sus últimas palabras, tan últimas, que necesidad no tuvo, ni deseo ni pensamiento de decir ni una sola más, y sí de poner por obra lo que su desesperación la hacía sentir, que era librarse del peso de su pobre y atormentada existencia, echó mano tan rápida y tan inopinadamente a la espada de Cervantes, que antes de que él pudiese evitarlo la desenvainó, y haciéndose atrás, ante Cervantes quedose inmóvil y muda, mirándole como ojos humanos no han mirado jamás a criatura.
Cuéntale éste que ha visto casualmente el retrato de una cristiana de maravillosa belleza, inspirándole tal amor su sola imagen, que no piensa reposar hasta que encuentre el original y lo posea. Dice á Iñigo que, en agradecimiento de la libertad que le ha concedido, espera de él que le ayude á buscar á su amada, y á traerla á sus brazos. Iñigo le pide el retrato, y reconoce aterrado á su Leonor.
No me dejarán reposar; ni aun cuando rezo estoy seguro: vamos, Lerma, vamos: y tú espera aquí dijo el rey al montero mayor. Felipe III y su secretario universal se encerraron. Veamos de qué se trata dijo el rey con el empacho que le causaban todos los negocios. Del asunto de doña Clara Soldevilla.
Finalmente, después de dadas muchas voces, al cabo carga un porquerón con el viejo alfamar de la vieja; aunque no iba muy cargado. Allá van todos cinco dando voces. No sé en qué paró. Creo yo que el pecador alfamar pagara por todos, y bien se empleaba, pues el tiempo que había de reposar y descansar de los trabajos pasados, se andaba alquilando.
Para mí sola nació don Quijote, y yo para él; él supo obrar y yo escribir; solos los dos somos para en uno, a despecho y pesar del escritor fingido y tordesillesco que se atrevió, o se ha de atrever, a escribir con pluma de avestruz grosera y mal deliñada las hazañas de mi valeroso caballero, porque no es carga de sus hombros ni asunto de su resfriado ingenio; a quien advertirás, si acaso llegas a conocerle, que deje reposar en la sepultura los cansados y ya podridos huesos de don Quijote, y no le quiera llevar, contra todos los fueros de la muerte, a Castilla la Vieja, haciéndole salir de la fuesa donde real y verdaderamente yace tendido de largo a largo, imposibilitado de hacer tercera jornada y salida nueva; que, para hacer burla de tantas como hicieron tantos andantes caballeros, bastan las dos que él hizo, tan a gusto y beneplácito de las gentes a cuya noticia llegaron, así en éstos como en los estraños reinos''. Y con esto cumplirás con tu cristiana profesión, aconsejando bien a quien mal te quiere, y yo quedaré satisfecho y ufano de haber sido el primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente, como deseaba, pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que, por las de mi verdadero don Quijote, van ya tropezando, y han de caer del todo, sin duda alguna.
Pide á Dios me conceda sueño tranquilo y dulce con que reposar pueda, que la fé torne viva mi espíritu á inflamar. Borra todas mis culpas con tu aliento inocente, y que á su beso quede mi corazon doliente puro como la piedra del ara del altar. DON JOS
Palabra del Dia
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