Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 24 de junio de 2025
Era un plan descabellado, una empresa más loca y difícil aún que la jugarreta anterior tan felizmente terminada por mi parte; pero al escuchar a Sarto pude ver y apreciar las ventajas que teníamos a nuestro favor. Además, era yo joven, activo y se me ofrecía un papel tal y en tales circunstancias como jamás le había tocado en suerte a ningún hombre. Me descubrirán repetí.
¡Para la sangre!» repetí yo sin poder reprimir un estremecimiento de terror. Miré la arena; miré a los marineros, que con gran algazara se ocupaban en aquella faena, y por un instante me sentí cobarde. Sin embargo, la imaginación, que entonces predominaba en mí, alejó de mi espíritu todo temor, y no pensé más que en triunfos y agradables sorpresas.
Pronunciando estas palabras se escapó, desapareciendo a favor de las tinieblas que descendían sobre el monasterio. Quise seguirla para verla una vez más, pero, lo que creí el ruido de sus pasos, era el rumor de un sauce llorón que gemía entre sus espesas ramas y su cabellera melancólica. Después repetí estas palabras: su amistad me seguirá, ¡y con qué dulzura las he repetido hasta aquí!
No habla con ellas, ni puede hablar, porque una tabla les separa. Acaban de entrar en este momento. Sí, vámonos repetí yo. Yo no me muevo de aquí, Paquito. Esto me gusta mucho. Ya han acabado de leer periódicos y papeles y vuelven los discursos... ¿Quién habla?
«Vea usted me dijo , vea usted las hermosas flores que he cogido; quisiera saber cómo se llama ésta.» Era la encantadora flor que se llama la silvia, porque no prospera más que en los lugares salvajes y a la sombra de los bosques. Me acordé de la linda estrofa del poeta alemán y la repetí en voz alta: «Es la silvia, la fresca silvia, la dulce anémona de los bosques.
¡Qué quieres, hijo! respondió, ruborizándose a su vez . Bien me apetesió...; pero la honrilla..., la negra honrilla..., ¿sabes?... «No vaya a creerse ese tío lila dije para mí que le estoy asechando los pasos.» Pues no te lo perdono. ¿Qué no me lo perdonas? dijo, propinándome un soberano pellizco en el brazo. No repetí, riendo y quejándome al mismo tiempo.
Si don Carlos lo cogió... Hombre, no tengas cuidado. ¡Paciencia! Mañana será otro día. Yo, con ese temor, me he guardado muy bien de traer el dominó, cuyas señas le daba en la carta. Hiciste muy bien. Perfectísimamente repetí yo para mí, y salimos riendo de los azares de la vida. Bajamos atropellando un rimero de criados y capas tendidos aquí y allí por la escalera.
Repetí las visitas a la familia de don Pedro Nolasco, porque así se lo había prometido en la primera de las de aquella serie; y algo debieron publicar de mi secreto mis ojos, o el timbre de mi voz o los átomos del aire, pues sin haberse deslizado mi lengua un punto más allá de la raya que la había puesto por límite, ya no era yo para Lituca lo que había sido hasta entonces.
¿María Elvira Funes? repetí. Ningún grado ni ninguna inclinación. La conozco apenas. Y ahora... No, permítame me interrumpió. Le aseguro que es una cosa bastante seria... ¿Me podría dar palabra de compañero de que no hay nada entre Vds. dos? ¡Pero está loco! le dije al fin. ¡Nada, absolutamente nada! Apenas la conozco, vuelvo a repetirle, y no creo que ella se acuerde de haberme visto jamás.
¡El hermano cura! repetí yo con extrañeza; ¡qué raro! ¿Es así como llaman aquí a su párroco? No, señor, me respondió el sacerdote, antes le llamaban aquí, como en todas partes, el señor cura; pero a mí me desagrada esa fórmula, demasiado altisonante, y he rogado a todos que me llamen el hermano cura: esto me da mayor placer. Es Vd. completo. ¡Y yo que he venido llamando a Vd. el señor cura!
Palabra del Dia
Otros Mirando