Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 4 de junio de 2025
Muy a menudo andaba Sor Marcela por allí, pues tenía la llave de la leñera y carbonera, la del calabozo y la de otra pieza en que se guardaban trastos de la casa y de la iglesia. Ya cerca de la noche, como he dicho, Mauricia no se quitaba de la reja para hablar a la monja cuando pasaba.
Detrás de la reja que sirve de fondo al vestíbulo, veíase, no muy claramente, a la luz de una lamparilla que le alumbraba, porque la del crepúsculo podía darse afuera por extinguida, un altarcito con la imagen de la Virgen llamada de las Nieves, según informes de Chisco. Descubríme yo también, y sin obligarme a ello el mandato que leí en una mirada del espolique.
Les faltaba el título para la decoración de la familia, y habían hablado con el viejo marqués de Vernay, y en principio la boda estaba concertada. El Almirante sabía que la niña estaba por mí. Yo no sabía otro tanto. Conclui mi curso en San Fernando y fuí a vivir a Cádiz; tenía que esperar a don Ciriaco para embarcarme. Varias veces hablé por la reja con Dolores.
Yo no pude contenerme y corrí a la reja.... Usted siguió su camino.. Desde ese día me simpatizó usted. Pregunté: ¿quién es ese joven? Y Angelina me dijo: se llama Rodolfo.... ¿Si supiera usted lo que pensé? ¿Sabe usted qué? ¿A que no adivina? Que Linilla estaba enamorada...¡Bonita pareja! pensé. Ahora, estoy segura de que usted también está enamorado.
Después de dos horas de marcha, el cochero se detuvo delante de una puerta de reja, flanqueada por dos pabellones que sirven de alojamiento al conserje. Dejé allí la parte pesada del equipaje y me encaminé hacia el castillo, llevando en una mano mi saco de noche, y decapitando con la caña que llevaba en la otra, las margaritas que brotaban en el cesped.
Verá uté. Un día le preguntamos por su hermano, que estaba en Cádiz, y nos respondió, con una cara muy larga, que se había muerto. Todos lo creímos. Uté también lo creería, ¿verdad? Pues nada; por la tarde se dejó entrar diciendo que todo era mentira. Le hablaba por la reja. En esta misma ventana, ¡cuántas horas habré pasado hablando con él! ¡Me tenía encandilaíta aquel gitano!
Por espacio de diez minutos nos encharcamos por un tortuoso camino, ancho a duras penas para la diligencia, y nos detuvimos delante de un reja atrancada y aforrada, fija a una extensa pared de cerca de unos dos metros de alto. Aquello era, sin duda alguna, la casa de Magdalena. Pero, sin duda alguna también, aquella mujer no tenía posada.
Pues bien: la noche que me tocaba de guardia en la recámara de la reina, cuando su majestad se había acostado; abría silenciosamente la puerta de aquel pasadizo y me iba... á la reja. Hacíais mal, muy mal. No se trata de si hacía mal ó bien, sino de que sepáis de qué modo he podido tener pruebas... de los amores ó al menos de la intimidad de don Rodrigo Calderón con la reina.
Tampoco se podía ver el del cocinero mayor, que estaba de pie en la parte interior del locutorio. El reflejo de la luz atravesando la reja, era muy débil. Esto convenía á Montiño, porque si la abadesa hubiera podido verle el semblante, hubiera sospechado del cocinero mayor, que estaba pálido, desencajado, trémulo. Dadme esa carta repitió la abadesa.
Como se incorporó a esta parroquia la de San Esteban, se ve este santo colocado en el testero de la reja de hierro de la puerta donde fina el arco sobre que se halla, a manera de la de San Martín y San Salvador, fundada su torre. Rebajada en 1795, perdió todo su mérito artístico, porque se adulteró su primer cuerpo, y se hizo el segundo de bastante mal gusto.
Palabra del Dia
Otros Mirando