Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 4 de junio de 2025


Se dejan ver algunas religiosas en el locutorio; la puerta que está al lado de la reja se abre, y aparece LEONOR apoyada del brazo de JIMENA; las rodean algunos sacerdotes y religiosas LEONOR. ¡Jimena! JIMENA. Al fin abandonas a tu amiga. LEONOR. Quiera el cielo hacerte a ti más feliz, tanto como yo deseo. JIMENA. ¿Por qué obstinarte?

Estos dos gabinetes eran anchos y de bóveda, y en la pared del fondo tenían, como la sala, sendas alcobas de capacidad catedralesca, sin estuco, blanqueadas, cubiertos los pisos de estera de cordoncillo. Las tres alcobas recibían luz de la puerta y de claraboyas con reja de alambre que se abrían al gran corredor-calle de la ciudad palatina.

No tenía más que bajar al ventorrillo y subir a caballo apenas se abriesen las puertas de la casa. No me voy: no me voy decía él con voz suplicante y un fulgor de pasión en los ojos. No me voy... ¿Y quieres que me vaya?... Se pegó más a la reja, murmurando con timidez la condición que exigía para irse.

¡Ay, Dios!, quién; ¡Ay, Dios!, quién un sol no deja por besar con blanda queja de su bien una mano por la reja. , clavel; , clavel, con tus dos soles me hallarás en tus crisoles, el más fiel de los nobles españoles.

Caparrosa se descolgó por fin de la reja con sus boletines, y junto con él, mi tía y yo comenzamos a forcejear para abrirnos paso a través de la multitud. Al cabo de unos minutos salía mi tía bañada en sudor de aquel combate; y acomodándose la gorra sobre los bandeau, entraba triunfante en lo de Bringas con un boletín en la mano. ¡Triunfo completo; aquí está, véalo, léalo usted!

Sin dilación alguna se dirigió nuevamente al barrio de la Viña y se detuvo delante de la casa de su antigua querida: acercóse á una reja baja que tenía, llamó con los dedos á los cristales y esperó. No tardaron en abrir. ¿Estás ahí, desaborío? Aquí estoy, limoncito verde. ¿Por qué limoncito verde? Porque eres agria para y veo mis esperanzas cada vez más verdes.

Desde hacía algunos días, el duque lo tenía preparado todo; la casa de don Jerónimo Martínez Montiño, en Navalcarnero, una litera y mozos en la casa vecina á la de la duquesa; cuanto era necesario. Una noche del mes de Septiembre, que Dios quiso fuese obscura y lóbrega, el duque acudió á la reja.

Al dar las doce el duque sintió pasos indecisos de una mujer en el interior; acercarse aquella mujer á la reja, detenerse un momento como irresoluta, y abrir por fin las maderas. ¿Sois vos? dijo con voz trémula Esperanza. Yo soy contestó con la voz siempre desfigurada el duque. Pero ¿por qué si me queréis os ocultáis? Ya me conocerás. Entre tanto toma esta cadena. ¡Una cadena!

¡Por esta reja! ahora su excelencia está en el oratorio, y he podido bajar; pero á las doce su excelencia estará en su dormitorio, y el dormitorio de su excelencia da á un corredor, y este corredor á unas escaleras que están aquí orilla. ¡Ah! ¿conque tu señora se ha venido á lo último de su casa? Vive muy retirada. ¿Y no te atreves á venir por esta reja? No, señor. ¿Pues por cuál?

Para mayor desgracia estaban las niñas del marqués, Lola y Mercedes. ¡Las veces que su tía se sofocó de indignación, sorprendiéndolas por la noche en una reja baja de su hotel, hablando con los novios, que se renovaban casi semanalmente!

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando