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Actualizado: 16 de junio de 2025
Llevaos las velas añadió. El señor os las regala para que vuestras familias las guarden como recuerdo. Los trabajadores comenzaron a desfilar ante Dupont, con sus cirios apagados. Muchas gracias decían algunos, llevándose la mano al sombrero. Y el tono de su voz era tal, que no sabían los que rodeaban a Dupont si éste llegaría a ofenderse.
Extendióse después este nombre á la estrofa pareada de seis versos, tal como aparece de los ejemplos siguientes de la jornada primera de Sin honra no hay valentía, de Moreto: «Divino y claro objeto, Del regalado Amor lugar sagrado, De Venus dedicado Por afable y gallardo y por secreto, Donde Amor se regala, Pluma del sol, que con su luz se iguala: Jardín bello y florido Que con decir agradecido basta, Pues de flores vestido Con tan clara limpieza honesta y casta, Tesoro de Amaltea Ejercitas en trono de la idea.»
La montura es tan insegura que cada jinete es un equilibrista. El jinete va sentado en el centro, con las piernas cruzadas sobre la nuca del asno, y este, que no está sujeto por brida ni cabestro, es manejado hábilmente al influjo de los golpes que le regala con la mano su equilibrista caballero.
Para que os dé de su parte, en prenda de la mucha estima en que os tiene, esta alhaja. Y me dió esa gargantilla. Yo no puedo aceptar un regalo le dije de una persona á quien no conozco. Podéis estar segura de que es muy principal. Pues siendo tan principal, y teniendo por mí tanto interés que me regala le dije , ¿qué interés puede tener en que yo no sepa su nombre?
Las dos anclas ordinarias iban en la proa; la fornaresa dentro, en la escotilla, contra el pie de carnero, á punto de utilizarla en caso de necesidad. No tenían serviolas, pescantes, gatillas, ni nada equivalente para servicio de las anclas. Las echaban arriba con el penol de la verga de trinquete y las aseguraban en la regala.
6 ni buscamos de los hombres gloria, ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo. 7 Antes fuimos blandos entre vosotros como la que cría, que regala a sus hijos. 8 Tan amadores de vosotros, que quisiéramos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino aun nuestras propias almas; porque nos sois carísimos.
Sí será, sino me niega el cielo El favor que hasta aqui no me ha negado. De mil astucias usa y mil maneras Para traerme á su lascivo intento, Ya me regala, ya me vitupera, Ya me mata de hambre y de miseria. Grande es por cierto, Aurelio, la que tienes. Grande necesidad es la que paso. Rotos traes los zapatos y el vestido. Zapatos y vestido tengo rotos. En un pellejo duermes, y en el suelo.
-Estraño es vuesa merced -dijo Sancho-. Presupongamos que esta liebre es Dulcinea del Toboso y estos galgos que la persiguen son los malandrines encantadores que la transformaron en labradora: ella huye, yo la cojo y la pongo en poder de vuesa merced, que la tiene en sus brazos y la regala: ¿qué mala señal es ésta, ni qué mal agüero se puede tomar de aquí?
Después de estos rasgos de ascetismo recomienzan las escenas burlescas en la casa del Doctor. El divertido personaje Carlino, llamado Aquiles por todos, se imagina que es el héroe griego, y al desempeñar este papel no sale seguramente mal librado, porque lleva vestidos lujosos, propios de su alto rango, y se regala de lo lindo.
¡Vaya una advertencia! exclamó Sandoval; si habrá confianza en la cuadrilla, ¿eh? Y ¡qué versos! Don Tiburcio convertido en redondilla, ¡dos piés, uno más largo que otro entre dos muletas! Si los ve Isagani, ¡los regala á su futura tía! ¡Aquí está Isagani! contestó una voz desde las escaleras.
Palabra del Dia
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